FANTÁSTICO ONEGUIN
FANTÁSTICO ONEGUIN
Darío Fernández
La XI Temporada Lírica del Palacio de Festivales de Santander vivió el pasado jueves 16 una noche para el recuerdo con la puesta en escena de Eugenio Oneguin en la producción que Giancarlo del Monaco hizo para la Ópera de Dusseldorf en 2005. El director italiano realizó un minucioso trabajo con los cantantes que resultó en una de las representaciones teatralmente más redondas a las que he asistido en mi vida: se podrían glosar mil y un detalles, pero baste referirse a la austera escenografía y el vestuario en blanco y negro que explicaban el drama por si mismos y al magnífico desempeño dramático de todo el reparto, encabezado por Markus Butter, quien compuso un Oneguin de espíritu débil que se ve literalmente arrastrado por el torbellino de pasión hetero y homosexual que desatan en él Tatiana y Lenski. Éstos fueron interpretados por Elena Prokina y Serghei Homov; la Prokina es bien conocida; su voz no tiene un volumen ni una extensión extraordinaria; en los momentos de mayor intensidad, le falta carne, pero conoce el papel a la perfección, exhibe un fraseo exquisito y resuelve las exigencias dramáticas con maestría. Para Serghei Homov se agotan los calificativos: como actor, no tiene nada que envidiar a sus colegas del teatro en prosa; además, maneja su voz timbrada con gusto y técnica segura; el suyo fue un Lenski de antología. Konstantin Gorny brilló como Gremin y la Olga de la bellísima Dragana Jugovic estuvo a una altura similar, aunque su personaje no le permitiera lucirse de igual manera. El Coro Lírico de Cantabria que dirige Esteban Sanz Vélez estuvo en su distinguido nivel habitual y el resto del reparto rayó a una altura sobresaliente; al frente de todos, Jorge Rubio dirigió con sabiduría y sacó el máximo partido de una orquesta, la Sinfónica de Navarra, que promete. Éxito indiscutible y muy aplaudido.
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