Festival de Música Antigua de Los Pirineos (FeMAP). “La música de las cortes hispánicas del siglo XVI”. Coro Francesc Valls. Director: Pere Lluís Biosca. “Música de cantatas de Bach”. Solistas Salvat Beca Bach, I Bachcelona Consort. “Zambra barroca”. Andreas Prittwitz y Lookingback. 28 y 29 de agosto de 2023. Sort, Ger y Llivia.

Solistas Salvat Beca Bach y Bachcelona Consort. FeMAP 23

El Festival de Música Antigua de los Pirineos, FEMAP, celebra su décimo segunda edición al mando de su fundador, Josep María Dutrén, en medio de maravillosos escenarios naturales. Hasta 54 conciertos se desarrollan en 40 sedes distintas. Toda una hazaña. Hay oferta para dar y tomar en la que concurren algunos de los mejores conjuntos españoles y extranjeros de la especialidad. Hemos podido asistir a tres sesiones, que se han desarrollado, como la mayoría, en escenarios muy bellos, generalmente pequeñas iglesias sitas en localidades separadas entre sí por muchos kilómetros a las que se acude tras un recorrido generalmente largo y sinuoso.

En la Iglesia de Sant Feliu en Sort pudimos escuchar a una pequeña representación (siete voces: cuatro femeninas y tres masculinas) del muy compacto Coro Francesc Valls dirigido con seguridad y claridad de gesto por Pere Lluís Biosca. A ellos se unió el tan musical, seguro y sobrio guitarrista y archilaudista Josep M. Martí, que ofreció en sus abundantes intervenciones una sonoridad plena y un trazo delicado, tanto en sus solos como en sus apoyos al grupo vocal.

Fue deliciosa la selección de siete villanescas compuestas por Francisco Guerrero en 1589 durante su estancia en Venecia. Los contrastes melódicos, rítmicos, contrapuntísticos de estas gozosas piezas fueron bien marcados por la mano rectora y el elegante gesto de Biosca, aunque no siempre el balance entre líneas fuera el más satisfactorio. Algo que tiene que ver, por supuesto, con la reverberante acústica del templo. Nos llegaron también en esta interpretación, presididas por las frescas voces de las cuatro féminas, obras muy variadas de Luis de Narváez (“Fantasía” para archilaúd, “Canción del Emperador”), Mateu Flecha el Viejo, Bartomeu Càrceres y un anónimo, todos ellos representados por villancicos integrados en el “Cancionero de Upsala” de 1556.

De muy otro signo fue la sesión matinal dedicada a Bach de la Iglesia de la Madre de Dios de los Ángeles de Llívia, en la que actuaron solistas vocales de la Beca Bach Salvat e I Bachcelona Consort, un muy pequeño conjunto en este caso, de muy hermosos reflejos, afinado, contrastado y animado, llevado en volandas por el gesto claro y preciso de Daniel Tarrida, sentado también al clave -que, como suele ser normal en estos casos, casi no se oye- y en el que destaca algún instrumentista, como el violinista Ignacio Ramal o el oboísta Dani Ramírez, que tocó con entusiasmo la “Sinfonía con oboe obbligato” de la “Cantata BWV 169”.

Se ofrecieron fragmentos de otras cantatas: cinco de la “BWV 150”, todos los de las “BWV 178” y números sueltos de las “120”, “245”, “115”, “17” y “131”. En ellos, con permanente alternancia instrumental, de un grupo de siete músicos, se lucieron de vez en cuando las cuatro voces solistas: la refrescante soprano Maëlys Robinne, que abusa un tanto de los sonidos fijos, la suave y discreta mezzo Gabriella Noble, el fino y algo aséptico tenor Ferrán Mitjans y el bajo Timothy Edlin, de buen y oscuro caudal y afinación problemática. El sonido del grupo está muy cuidado y ofrece acentos, contrastes y articulaciones más que notables. Ofrecieron al público que llenaba la iglesia la repetición del coro de la “BWV 150”.

Nos trasladamos por la tarde a la Iglesia de Santa Coloma de Ger en donde lucieron sus galones el violinista Joan Espina (primer atril de la Orquesta Nacional), el contrabajista de la RTVE Roberto Terrón, la guitarrista y archilaudista Belisana Ruiz y el guitarrista flamenco Mario Montoya. Junto a ellos las voces de la cantaora Eva Durán y del contratenor Oriol Rosés. Al frente del grupo, dándole vida y marcha, Andreas Prittwitz, flautista de pico, clarinetista y saxofonista.

Prittwitz apunta en el escueto programa de mano que el grupo aporta en el concierto “una perspectiva propia de la música antigua integrando en ella elementos modernos, como la improvisación o la utilización de instrumentos de de viento como el clarinete o el saxofón”. Es una propuesta de fusión total, en donde, tras una discreta transcripción de la obertura de la ópera “Dido y Eneas” de Purcell, se abre la espita a la improvisación y a la fusión más loca y apresurada en la que intervienen, cada vez de manera más rotunda, las voces de una cantaora (estupenda la racial y vigorosa, de bien controlada acentuación flamenca, Eva Durán) y un contratenor (el algo desvaído, muy nasal y alicorto, de toque musical adecuado, Oriol Rosés).

Se nos ofrecieron con una pasión casi violenta piezas mixtas de origen popular, flamencas, de Vivaldi, de Purcell, Bach, Monteverdi, Corbetta y finalmente Soler, del que, a modo de espectacular colofón, escuchamos su, en este caso poco reconocible, “Fandango”, en el que se introdujo la canción popular el “Vito”. Se culminaba de esta manera una sesión en la que se dieron la mano, en combinación de química “non sancta”, la zambra flamenca, el cante jondo, el barroco y el jazz. Siempre con la dirección y orientación del fantasioso Prittwitz, que se lució a lo largo de la sesión tocando la flauta de pico, el pequeño saxo y el virtuoso clarinete. Todo ello musicalmente discutible, pero eficaz y espectacular. Así lo entendió el público aplaudiendo con calor. Arturo Reverter