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Por Publicado el: 02/04/2014Categorías: En la prensa

Flórez: “No estaba preparado para Rigoletto”

Flórez: “No estaba preparado para Rigoletto”

D. Carrón. La Razón. 31/03/2014

Juan Diego Flórez, siempre modesto, aparentemente tímido, se muestra mucho más expansivo que en entrevistas anteriores, se le nota más cercano. No sabemos si influirá más el hecho de que acaba de convertirse en padre por segunda vez (de una niña, Lucía, que vino al mundo en enero) o que, después de una pequeña etapa de convulsiones por notar cambios en su voz, vuelve a saberse el rey del bel canto. Sea como fuere, el tenor peruano, con sus legiones de «florezidos» que le acompañan allá por donde va, tiene compromisos para al menos los tres próximos años y muchos proyectos, entre ellos, su regreso por la puerta grande al Teatro Real con Joan Matabosch, una casa en la que ha vivido ya unas cuantas noches de gloria.

 

-Lleva cuatro años sin publicar disco y ha elegido para su vuelta al estudio hacerlo solamente con canciones en francés por primera vez.

-El repertorio me atrae, también el idioma, he cantado casi todos los años «La hija del regimiento», «El Conde Ory»… y han hecho que me interese por la lengua, pues se trata de una forma de frasear muy diferente. También he elegido algunas de estas arias porque formarán parte de mi futuro repertorio, como de óperas como «Romeo y Julieta», que cantaré en Perú y en Viena, «Werther» en Bolonia y Zurich…

 

-También ha incluido unas cuantas rarezas…

-Algunas las encontré yo solo investigando por internet, lo que no nos ha permitido cruzar versiones del  mismo aria interpretadas por varios cantantes. El objetivo era unir piezas de repertorio con otras no tan conocidas. Y el resultado ha sido bastante satisfactorio.

 

-En este disco tiene que escalar hasta el Re sobreagudo, la nota más aguda escrita para tenor en «Le Postillon de Lonjumeau», de Adolphe Adam, ¿Es eso lo más complejo técnicamente que ha afrontado en esta vuelta al estudio de grabación:

-Sí en lo que a agudos se refiere; sin embargo, lo que más dificultad me ha supuesto es que el «legato» resulta muy diferente, no tiene nada que ver con el de las piezas rossianas, hay que darle un aire más romántico.

 

-Dice que para cantar en francés lo ha italianizado, ¿qué le van a decir sus fans galos?

-Ellos ya saben que muchos cantantes lo hacen. Supone cantarlo más en la máscara, más adelante. Esto en la práctica supone que para pronunciar la «e» o la «u» francesa uno no logra una colocación pura, pero se le parece.

 

-Todos los pasos que va dando le aproximan más hacia Alfredo Kraus. ¿Sigue siendo su referencia?

-Siempre. Escucho a muchos tenores que me apasionan, pero tengo a Kraus como un guía, aunque no llegué a conocerle. Hablamos por teléfono y aún tengo la grabación de aquella conversación. Fue tan gentil, yo sólo era un estudiante y me dedicó media hora. A otra persona que estoy muy cercano es a Pavarotti. Vivía en Pésaro, como, y teníamos largas conversaciones, aunque nunca hablábamos de canto.

 

-¿Va a ir dejando poco a poco a Rossini? 

-No. Es cierto que, por ejemplo, cantaré mi última «Cenerentola» en Nueva York, pero tengo otros títulos en el repertorio como «El conde Ory» o «La donna del lago» y «Otello», algunos creo que los conservaré siempre que pueda y mientras sea capaz de defenderlos.

 

-Ha admitido que tuvo una crisis vocal por una cuestión puramente fisiológica porque su voz ha ido cambiando. ¿Cree que la ha superado?

-Hace un par de años pensé que no me respondía a la técnica. Tuve que adaptarme y reestudiar mi voz y ahora, por ejemplo, me siento más cómodo en papeles como «La sonámbula».

 

-¿Se ve con posibilidades de abordar ahora papeles que relegó en su momento como el Duque de Mantua de «Rigoletto»?

-Ya lo he cantado en la ópera de Zúrich y me escuché bien porque, precisamente, en este momento me es más fácil cantar en el centro. Ahora puedo admitir que en 2008, cuando me decidí a abordarlo, no estaba preparado.

 

-La cancelación de ese título fue el comienzo de su distanciamiento de Madrid: ¿volverá a cantarlo en la capital de España?

 

-No sé si «Rigoletto», pero Matabosch es amigo mío y estamos hablando de trabajar en el futuro. Ir al Real es como volver a casa, pues me resulta un teatro adorable.

 

-Dice que se detiene más en las críticas negativas.

-Así es, porque, incluso si un crítico tiene mala leche se basa en algo. Trato de entender lo que dice, de sacar provecho de sus palabras. Las malas críticas no dan el mismo gusto que las buenas, a qué negarlo, pero se aprende bastante de ellas. Yo soy así; otros se desmoralizan, pero mi agente siempre ha sido bastante directo y ha comentado conmigo las noches que no estaba bien, mientras que con otros artistas no podía hacerlo. Además, esto es lo que me permite no aburrirme al cantar diez veces el mismo personaje: la posibilidad de mejorar.

 

-¿Es cierto que quiso ser Luis Miguel, un icono de la música pop?

-Sí, me gusta la música popular, pero hoy no sé como sonarían esas canciones con mi voz. Todos los tenores cantan algunas, hay ciertos títulos peruanos, cubanos…; sin embargo es más difícil vender discos así, hay que mostrar más bien ideas novedosas. Hay que ser como Cecilia Bartoli, que al hacer muchos más conciertos que óperas tiene tiempo para la promoción.

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