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mariola-cantareroLUCIA DI LAMMERMOOR (G. DONIZETTI). Teatro Campoamor de Oviedo
Visión germana de lo hispano
Por Publicado el: 20/10/2012Categorías: Crítica

FOCO RADIANTE

FOCO RADIANTE

 Brahms: “Un Requiem alemán”. María Espada, soprano. Klemens Sander, barítono. Coros de la RTVE y de la Comunidad de Madrid. Orquesta de la RTVE. Director: Carlos Kalmar. Madrid, Teatro Monumental. 18-X-2012.

  Se habían interpretado ya los cuatro primeros números de este “Ein deutsches Requiem” y hasta entonces no había sucedido nada realmente destacable. El comienzo fue prometedor, pese a cierta falta de claridad en los planos imitativos de la cuerda. En el segundo número, “Denn alles Fleisch”, las cosas tomaron otros derroteros. En primer término, Kalmar comenzó a retener, algo observable ya en esa falsa marcha inicial. Las féminas empezaron a acusar ciertas destemplanzas en las notas agudas y la armonía del conjunto desapareció.

En concreto, la segunda parte del fragmento, Allegro non troppo, nos pareció en exceso lenta, pesante, y todo tendió a diluirse. A partir de “Die Erlöseten des Herrn” las líneas se confundieron y los contrapuntos se tornaron borrosos. Claro que es probablemente el segmento más difícil de la obra. Las partes agudas del coro se tensaron y perdieron tonicidad, lo que se mantuvo para los pasajes comprometidos hasta el cierre. La entrada del barítono no mejoró la situación. Sander es una voz joven, muy lírica y a medio hacer, escasamente timbrada y pequeña. Sin el empaque que necesitan sus frases en los números tercero y sexto.

Y en estas que comienza el consolador número V, ese recuerdo a la madre por parte del compositor. Y se hizo la luz. Cantaba María Espada, sustituta de la enferma Julia Keitel (¿por qué no se la contrató a ella desde el principio?). La voz, de lírico-ligera con cuerpo y brillo, tersa y cálida, sonaba fresca, igual, acariciadora y la artista realizaba, con magnífico apoyo, los prescritos y expresivos reguladores de intensidad; con finura y emoción. El coro, sentado, atendiendo a las aquí acertadas indicaciones de la rectoría, acompañó con lírico fervor. Fue un fogonazo.  La falta de lirismo, recogimiento poético y sutileza de Kalmar impidieron que en su conjunto la interpretación levantara el vuelo. Arturo Reverter

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