Franco Fagioli: “Los agudos no lo son todo”
Franco Fagioli: “Los agudos no lo son todo”
Franco Fagioli reside en Madrid y ha ido ganando “adeptos” poco a poco. Su absoluto triunfo en el Teatro Real el mes pasado cantando repertorio napolitano de los siglos XVII y XVIII hicieron a más de uno preguntarse cómo podía este contratenor desplegar unas coloraturas tan limpias en el repertorio de mezzosoprano con una extensión vocal tan amplia (dos octavas) y un sonido tan elegante.
Fagioli, nacido en Tucumán (Argentina), cantaba en un coro desde niño y tampoco dio mucha importancia a sus inicios como contratenor: “Cuando tenía unos 15 o 16 años dejé de cantar en el coro, pero nunca dejé de cantar en broma imitando a las mujeres hasta que un día estaba trabajando al piano el Stabat Mater de Pergolessi, quería conocerla bien, así que fui a comprarme el disco. Cuando volví a casa estuve escuchando esas dos voces. Reconocía claramente a una soprano en la más alta, pero la segunda voz para mí era diferente. No era el sonido de una mujer, tampoco exactamente el sonido de la de un hombre. Cuando miré la carátula del CD vi que la parte de alto estaba cantada por un hombre, era James Bowman. En ese momento me dije: bien, este hombre está más o menos haciendo lo que yo hago cuando estoy de broma. Eso es lo que quiero hacer, quiero ser contratenor”.
Más difícil fue resolver cómo pasar de algo que, para él, suponía una actividad lúdica al terreno profesional: “No hay una técnica especial para un contratenor, pero por supuesto tenemos que aprenderla como el resto de los cantantes líricos”.
Se dirigió entonces a Annelise Skovmand, una soprano norteamericana casada con un guitarrista argentino, que nunca antes había tenido un contratenor como alumno y que le enseñó las bases de la técnica del belcanto italiano.
Sobre estos inicios en su profesión, Fagioli apunta: “Ahora estoy muy agradecido de haber empezado a cantar belcanto. En aquel momento no había tradición de barroco en Argentina. Estudié algo de ese repertorio porque mi profesora me buscó algunas arias de Haendel, pero también preparábamos arias de Bellini, Donizetti y Rossini”.
En 2013, Fagioli grabó un aplaudido CD con las arias de Cafarelli. Sobre las semejanzas entre su voz y la del histórico castrato comenta: “La extensión de mi voz me hace posible cantar el repertorio que fue exclusivamente escrito para él. Es un repertorio muy difícil, no sólo en la tesitura, que llega a zonas muy muy agudas, sino también porque llega a otras muy graves. Cafarelli fue un cantante extremo tanto en la técnica como en la expresión. Cuando descubrí las partituras escritas para él, entendí por que nadie le había hecho un homenaje antes, había muchas cosas grabadas de Farinelli, Carestini, Senesino, pero no suyas, que fue una grandísima estrella en su momento. La experiencia fue maravillosa, pero tuve que estudiar mucho. Además, exceptuando dos o tres piezas, el resto era música que nunca antes se había oído, eso daba mucho más interés al disco.”
Los agudos de su voz impresionan por su belleza, sobre este punto el cantante comenta: “Para ser sincero tuve que trabajar muy duro para poder cantar esas notas sin hacerme daño. Cuando comencé a estudiar sabía que tenía esas notas, pero no podía cantarlas porque no tenían la suficiente calidad. Así que, cuando empecé la carrera sólo cantaba el típico repertorio de contratenor, los roles de Senesino como Giulio Cesare, porque quise prepararme antes de empezar a cantarlas”.
Ante la pregunta de cuál sería su nota más aguda en este momento dice riendo: “Bueno, encima de un escenario la nota más alta que he cantado ha sido un re sobreagudo. De hecho en el Artaserse doy esta nota, que en la afinación barroca sería un re bemol si queremos ser precisos. Estoy feliz con ellos, aunque poder cantarlos lleve un montón de trabajo. Los agudos son siempre excitantes, pero mucho más excitante es todo lo demás que cantas antes de llegar a esa nota. No soy una soprano, el hecho de que tengas algunos agudos no siempre significa que seas una soprano. En el pasado, en el siglo XIX, “mezzosoprano” no era existía como definición. Eras alto o soprano. Puedes llamarme soprano si quieres, pero en términos de belcanto yo sería una mezzo”.
Franco Fagioli fue el primer contratenor que consiguió un contrato en exclusiva con Deutsche Grammophone, con quien grabó Orfeo y Euridice de Gluck como primer trabajo conjunto, y con ellos ha grabado también el CD con arias de Rossini que ha supuesto un gran éxito en estos meses. El contratenor contesta a cómo realizó la elección del repertorio: “Sabía que iba a tener que cantar “Di tanti palpiti”, pero también quería descubrir otras arias maravillosas del repertorio de la ópera seria de Rossini. Todos los roles que elegí son personajes masculinos que fueron escritos para que los cantara una mujer. En el siglo XIX había una gran tradición, que venía del barroco, de que el héroe fuera cantado por una voz aguda. En el pasado estas partes eran cantadas por los castrati pero, en la época de Rossini, ya no los había porque la práctica de la castración fue prohibida, y por eso dieron estas partes a las mujeres… ese es el concepto de este disco.”
En septiembre de este año debuta en La Scala como Andronico de Tamerlano, junto a Bejun Metha en el rol que da nombre a la obra y Plácido Domingo en el de Bajazet. Su carrera en este momento parece no tener límites y él tampoco se los pone.
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