FRattle con Berlín: Poderío no significa estridencia
40 años de Ibermúsica
Poderío no es estridencia
Obras de Wagner, Schönberg y Brahms. Orquesta Filarmónica de Berlín. Simon Rattle, director. Auditorio Nacional. Madrid, 23 de febrero
Alfonso Aijón nunca se anda con chiquitas. En este negro 2010 se celebran los cuarenta años de existencia de Ibermúsica y ha querido celebrarlo, además de con una espléndida edición de su ciclo, con un concierto extraordinario con la que para muchos es la mejor orquesta del mundo: la Filarmónica de Berlín. Dice el refrán que “el hombre propone y Dios dispone” y así ha sucedido un poco con este conciierto en torno al que han surgido hechos que dan para más de una meditación y así se hará en el artículo de opinión “En Solfa” del próximo sábado. La mítica agrupación ha venido a Madrid en siete ocasiones desde la II Guerra Mundial. Muchos recordamos las largas colas, con dos o tres noches incluidas, que hubimos de respetar para conseguir entradas cuando a finales de los sesenta y primeros setenta nos visitó con Karajan. Esto no ha sucedido esta vez, sino que la taquilla seguía abierta antes del concierto. ¿Han dejado de interesar en Madrid los berlineses? No lo parece, máxime cuando no es un conjunto habitual. Más bien habrá que pensar en la crisis, el programa elegido y quizá una cierta falta de tirón de Rattle, quien para nuestro público no es Abbado.
Comenzó la tarde una obertura de “Los maestros cantores” de Wagner en la que el exceso de sonoridad saturaba hasta el punto de impedir distinguir las diferentes líneas melódicas que confluyen en muchos momentos. Es una pieza delicada y peligrosa porque requiere transparencia además de poder. Se preguntaba mi colega y amigo Carlos Gómez Amat, con toda la razón y ese punto de ironía que da la veteranía, si los de Berlín no se habrían sacado pasaporte ruso. Era una forma de decir que existía una estridencia nunca antes presente en la agrupación. La “Sinfonía de cámara n.1” de Schönberg es una gran obra, pero lo es más en su versión original para 15 instrumentos de 1922 que en la trascripción de 1935 con maderas a tres. La “Segunda” contiene en su segundo movimiento parte del mejor Brahms. Rattle y los de Berlín ofrecieron excelentes versiones, que pasarían al recuerdo si no fuese por la extraña sensación que trasmitieron: la imperiosa necesidad de demostrar en cada compás que son los mejores. Eso funcionó de maravilla en el “Allegretto grazioso” pero restó fluidez en el “Adagio non troppo”, donde convenía un cierto “abandono” para que volasen las melodías. Sí, son los mejores, pero no conviene a la música que lo intenten demostrar en todo momento. Éxito formidable y ningún regalo a pesar de la brevedad del programa. Gonzalo Alonso
Últimos comentarios