Bo Skovhus como protagonsita de Carlos V en la Staatsoper de Múnich

Casi 15 minutos de aplausos alabaron el montaje de la Fura dels Baus y Lita Cabellut de la ópera Karl V de Krenek en el Staatsoper de Múnich

La ópera Karl V de Ersnt Krenek volvió a representarse el domingo 10 de febrero tras más cincuenta años de ausencia – no se representaba en Múnich desde 1965 – con una producción de dos artistas que levantaron al público de la Ópera Estatal de Múnich: el furero Carlus Padrissa y la pintora oscense Lita Cabellut.

Este es el segundo montaje que une a Padrissa y Cabellut, que ya colaboraron en 2017 en el Festival de Pésaro con la ópera El Asedio de Corinto de Rossini. La pintora colaboró con el director de la Fura dels Baus con la realización de 10 lienzos, del decorado, el vestuario y proyecciones. En esta ocasión, su participación en el montaje ha sido total, encargándose de vestuario e iluminación, pinturas y vídeo que interactúan con los lienzos, y la escenografía. “La experiencia ha sido reveladora”, comenta Cabellut, “Siento que el lienzo se me me queda ahora pequeño, que necesito la escena para expresarme. Para mí esta ópera son dos horas y media de un lienzo, porque el efecto visual ha de ser continuo, las emociones han de avanzar sin abruptos”.

La ópera se abre con la obra Gloria de Tiziano de fondo, en la que varios acróbatas se funden con la escena pintada por el maestro de la Escuela Veneciana.  Carlos V se presenta en escena como un punk a quien le abruman los recuerdos en los últimos días de su vida, eje central de la ópera de Krenek. Estos se escenifican, mostrando la relación con su madre, Juana de Castilla, sus hermanos Leonor y Fernando, su esposa Isabel, con el Rey Francisco I de Francia y el superior de los Jesuitas, Francisco de Borja.

Krenek reflexiona en Karl V sobre el paso del tiempo, la ostentación del poder y la religión, elementos que sostienen las ideas de Cabellut en la producción. La artista viste a los personajes con sus preocupaciones: planteado en una gama de grises, estampa relojes en la vestimenta de Carlos V, dada su obsesión con el tiempo; carga con una estructura ósea a Juana la Loca,como referencia a “los huesos que siempre cargó, los de su marido, Felipe el Hermoso”; y pinta un cuerpo desnudo en el lateral de la túnica negra de Lutero.

Interpretó el papel protagonista el barítono danés Bo Skovhus, a quien acompañó en la dirección musical el maestro Erik Nielsen, director titular de la Sinfónica de Bilbao que debutó así en la Ópera de Múnich.

Ernst Krenek compuso la música y el libreto de esta ópera, la primera dodecafónica de la historia de este género, entre 1931 y 1933. La Ópera Estatal de Viena encargó esta obra al compositor en 1930 para su estreno en 1934, pero fue censurada por el gobierno nazi en 1933 al ser clasificada como ‘música degenerada’, por lo que su estreno se vio aplazado hasta 1938 en Praga. Sin embargo, Krenek presentó algunos fragmentos en el Palau de la Música Catalana en 1936.