FUSIÓN MULLOVA
FUSIÓN MULLOVA
Hay intérpretes clásicos, poco clásicos, modernos y vanguardistas. Y después están aquellos que practican el funambulismo desde altísimos y peligrosos cables colgantes. Viktoria Mullova, incluso cuando al principio de su carrera frecuentaba amistades musicales más que clásicas, ya dejó entrever que aquello no iba a ser para siempre. Y ciertamente su trayectoria posterior ha dejado claro que le encanta el vértigo de practicar algo que aunque no llegue a serlo del todo se aproxima bastante: la iconoclastia como gesto de amor a determinadas músicas que están en el subconsciente de todo solista clásico pero que no llegan casi nunca a salir por el atasco que produce el fundamentalismo. Esta señora hace ya tiempo que ha superado ampliamente las culpabilidades propias de quien abandona a Bach para compartir lecho musical con Antonio Carlos Jobim o Caetano Veloso. A unos les parecerá estupendo; otros la ignorarán.
Y mire usted por dónde, en este Madrid que a la Mullova le encanta hay en el Auditorio un ciclo que se llama Fronteras, que busca eso, a músicos que estén dispuestos a caer en la disgresión sin que se les mueva un pelo. Así que esta ganadora de todo lo ganable, violinista que ha lidiado los cornúpetas de más puntiaguda asta, se da ahora el gusto de dar el gusto a más de uno planificando un programa tan irreverente como maravillosamente divertido. Junto a su marido el violonchelista Matthew Barley y Paul Clarvis a la percusión, se va a marcar este lunes 17 un programa integrado por obras de Claudio Nucci, Enrique Vogeler, Sueli Costa, Marisa Monte, Wladimir Azevedo, Arnaldo Baptista, Zequinha de Abreu y Pixinguinha, además de los citados Jobim y Veloso. O sea, un canto total a la música popular brasileira, pero que Mullova titula en su conjunto ´Stradivarius in Rio´. Bien; habrá que ir a ver qué pasa. Yo, desde luego no me lo perdería. Pedro González Mira
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