García de Paredes, arquitectura, música y auditorios
Se cumple y celebra el centenario del nacimiento de uno de los grandes arquitectos españoles, José María García de Paredes (Sevilla, 1924 – Madrid, 1990). Lo fue, aunque su ilusión no fuera inicialmente la arquitectura, sino la marina, por influencia familiar. Siendo estudiante conoció a grandes personalidades del siglo XX, como Rafael de La-Hoz, Ramón Vázquez Molezún o Eduardo Chillida, que coincidieron en un colegio mayor propiedad de los Dominicos, quienes encargaron a los debutantes De La-Hoz y García de Paredes el Colegio Mayor Aquinas, obra por la que ganaron en 1956 el Premio Nacional de Arquitectura. Fue el inicio.
Falleció tempranamente y de improviso, a los 65 años, pero su obra se puede admirar en la gran exposición que ha montado el ICO y que estará abierta hasta el próximo 12 de enero. Se plantea en seis capítulos y tres espacios, siendo la urna del Guernica de Picasso -recibió el encargo en 1981 de diseñar la instalación que traería la pintura a España- el centro entre sus primeras obras y los grandes auditorios finales.
García de Paredes se casó con Isabel de Falla, sobrina de Manuel Falla y fallecida en 2022, y ello fue determinante para el encargo del Auditorio ‘Manuel de Falla’ de Granada (1978), que más tarde ardería y él mismo se encargaría de mejorar en sólo un año. Quedó ligado a la música y, de hecho, su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1984 se tituló “Paseo por la arquitectura de la música”.
De esta estrecha relación da cuenta el tercer espacio de la citada exposición, donde se pueden ver sus dibujos para la escenografía de La Atlántida, que Falla dejó inacabada. La muestra finaliza con un vídeo a través de la cual el visitante puede entrar en los auditorios de Madrid, Valencia, Granada, Murcia o Cuenca y ver cómo afina una orquesta, ensayos en las salas de cámara o la llegada del público a las salas.
No debe olvidarse el sueño frustrado del Teatro de la Ópera de Madrid, en cuyo concurso participó junto con José Luis Aranguren, José Antonio Corrales, Alejandro de la Sota y Ramón Vázquez Molezún. Una historia que merece un trato aparte.
Los de Valencia (1987) y Madrid (1988) son los auditorios con mayor peso. El primero, sometido desde tiempo a remodelaciones, ha sido testigo por su excelente acústica de grabaciones como las sinfonías de Schubert con Claudio Abbado. En el segundo, también de acústica admirable si los directores de orquesta saben cómo han de colocar a los cantantes o los metales, han actuados los más célebres directores y orquestas. Su sala grande, de unas 2300 localidades, impresiona con el inmenso órgano y las cuatro grandes lámparas colgando del techo.
Otra de cámara, más pequeña de unas 700 localidades, completa la instalación propiamente musical, en la que se echa de menos una sala de ensayos, eliminada del proyecto por expreso deseo del maestro Jesús López Cobos, entonces titular de la OCNE y que consideró que su orquesta podía ensayar en la principal olvidando -o hecho a propósito- que ello perjudica a las orquestas invitadas en su disponibilidad para ensayar. Una pena, eso sí, el diseño exterior del edificio.
Al margen de la exposición del ICO, Granada, Cádiz, Madrid y otras ciudades recuerdan este aniversario con múltiples actividades como el recital de la pianista Anastasya Vorotnaya, finalista del Premio Iturbi 2023 o el eje vertebrador de los Encuentros Manuel de Falla, L’enfant prodigue de Debussy, del 12 al 30 de noviembre en Granada, Madrid, y Venecia, con proyecciones de música en vivo, un concierto sinfónico y una mesa redonda, recuperando la música de André Wormser (1851-1926) para la pantomima y que Falla, en París en 1907, tocó como pianista apurado por dificultades económicas.
Clausurará, a finales de noviembre en el Auditorio Manuel de Falla, la Orquesta Ciudad de Granada con la suite orquestal para dicha pantomima y la obra titulada El palacio de los siete cielos, encargo del Patronato de la Alhambra y Generalife a José María Sánchez-Verdú.
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