Glyndebourne, el lujo más “hipster” de los Festivales de verano
Glyndebourne, el Festival más “hipster”
Hay algunos Festivales de ópera de verano a los que un verdadero amante de la ópera tiene que peregrinar, como si de una religión se tratara, para alcanzar el hipotético Walhalla.
Estos son el de Aix-en-Provence, el de Glyndebourne, el de Salzburgo y por último el más importante en la ascensión a los cielos wagnerianos, el Festival de Bayreuth.
Fundado en 1934 por John Christie y su mujer, la cantante de ópera Audrey Mildmay, el Festival de Glyndebourne sigue una tradición incombustible a lo largo de los años contando con la dirección de los descendientes de sus fundadores y manteniéndose sin necesidad del dinero del Estado.
El matrimonio tuvo la gran suerte de conocer durante su luna de miel a Fritz Busch y Carl Ebert en Alemania. Más tarde ambos saldrían huyendo del régimen nazi y encontraron su casa en este festival. Con semejantes maestros nació lo que es hoy este imperdible evento de verano.
Los primeros años fueron dedicados exclusivamente a la figura de Mozart, para más tarde ampliar el repertorio a Britten, Verdi, Rossini, hasta llegar a prácticamente todos los compositores.
Por su escenario han pasado todos los grandes artistas de la mitad del siglo pasado, la mayoría, como en el caso de Aix-en-Provence, hacían allí sus primeros pinitos, gracias a los cuales eran catapultados en seguida al resto de los Teatros de Ópera con mayúsculas.
Para este año hay una propuesta de 7 títulos, todos interesantes. Por orden Hipermestra de Cavalli, Traviata de Verdi, Hamlet de Dean, Ariadne auf Naxos de Strauss, Don Pasquale de Donizetti y La clemenza di Tito de Mozart, cerrando de nuevo en agosto con La Traviata.
Pero Glyndebourne no sólo está creado para asistir a la ópera. Como en el resto de los teatros puedes tomarte una copa en los intervalos cortos, pero es en los largos (90 minutos) donde se puede saborear la tradición británica: puedes elegir entre cenar en unos de sus tres maravillosos restaurantes o encargar un picnic con champán en los jardines (se aconseja lo segundo) y, en el colmo de los lujos reservar, por 25 libras más, a un camarero particular que te lleve la cesta, te prepare la manta y te recoja todo cuando termines.
En fin, cosas maravillosas y adorables que hacer en una tarde de verano en la campiña de Sussex… además de, por supuesto, disfrutar de la ópera!
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