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Por Publicado el: 17/10/2016Categorías: En vivo

Goyescas ¡Lo nunca visto!

¡Lo nunca visto!

goyescas

 

Programa: Obras de Palau (Sinfonía número 2, “Murciana”) y Granados (Goyescas). Intérpretes: Solistas. Coral Catedralicia de Valencia. Orquesta de Valencia. Director: Cristóbal Soler. ­Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1400 personas. Fecha: Viernes, 14 de octubre de 2016.

El Palau de la Música y su Orquesta de Valencia han tenido el acierto de comenzar la temporada de abono con un programa genuinamente español, que confronta dos obras vistosas por momentos, pero exentas de genio y vuelo. Si el valenciano Manuel Palau (1893-1967) hace gala de su buen oficio instrumentador en la irregular Segunda sinfonía, “Murciana”, compuesta en 1944 y dada a conocer ese mismo año en el Teatro Romea de la capital murciana dirigida por él mismo, la ópera Goyescas, de Enrique Granados, estrenada ahora hace un siglo en el Metropolitan de Nueva York –el 28 de enero de 1916-, carece de un libreto mínimamente potable y de ese imprescindible oficio orquestador que sí revela Palau.

            La Sinfonía Murciana es apenas conocida por una valiosa grabación realizada por la Sinfónica de la RTVE y Manuel Galduf en septiembre de 1991. En su retorno a los atriles, los cuatro movimientos lucen la escritura pulcra y cuidada que distingue toda la producción de Manuel Palau. También la avasalladora influencia que la música francesa de principios del siglo XX ejerció sobre el creador valenciano, quien trufa esta exquisitez con reiteradas citas a manidos temas folclóricos del cancionero español. Son precisamente estos pasajes populares los más vistosos de la sinfonía, pero también los más huecos y vacios de enjundia musical. La Orquesta de Valencia, de la mano del alcacero Cristóbal Soler, plasmó una lectura calibrada, efectista, brillante y sutil a un tiempo, con remarcables intervenciones solistas de oboe, corno inglés, violín y violonchelo. Aplausos a destiempo al concluir el lucido tercer movimiento (Presto), y oportunos y merecidos tras el efectista y ramplón final de la obra.

            Pero el plato fuerte del programa aguardaba en la segunda parte, con Goyescas, certeramente programa en el centenario de su composición y de la temprana muerte de Granados, producida precisamente cuando el músico leridano regresaba de Nueva York tras participar en el estreno en el viejo Metropolitan. Para esta versión semiescenificada se ha contado con unos apuntes escénicos de aires más flamencos que goyescos firmados por Jaime Pujol y Sergio Villanueva; con la bien entonada Coral Catedralicia de Valencia -¡mérito tiene cantar bien pentagramas tan anticorales!-, y con un cuarteto de voces solistas en el que destacó por su fuerza dramática y vocal la mezzosoprano Cristina Faus, artífice de una creíble y convincente Pepa de aires casi lorquianos.

            La poco ducha escritura vocal y sinfónica de Goyescas –no mejorada sustancialmente en la versión revisada por Albert Guinovart, que es la utilizada en esta ocasión- complica enormemente su interpretación, de ahí, y con independencia de los resultados, el mérito y reconocimiento que merecen sus artífices. Lorena Valero defendió como pudo –con pundonor, convicción dramática y finura escénica- un personaje tan enrevesado como la altiva Rosario, “dama de la nobleza” que requiere una tipología vocal muy diferente a la que actualmente distingue a la mezzosoprano valenciana.

Bajo la batuta cómplice y solvente de Cristóbal Soler (vibrante, lírica e intensa en el célebre Intermedio, lo mejor de la ópera), el veterano y competente tenor Alejandro Roy compuso un creíble y celoso Fernando, mientras que la baritonal voz de Carlos Daza dio vida al visceral y extravertido Paquiro, el torero que finalmente mata en duelo a Fernando. Ni la acción escénica, ni el pertinente vestuario, ni la ajustada interpretación dramática del cuarteto solista lograron otorgar credibilidad al infumable libreto del mediocre periodista y escritor valenciano Fernando Periquet. Quizá no se equivocaron tanto tanto los responsables del Palau de la Música al omitirlo del programa de mano y ni siquiera brindar al espectador pagador de entrada la posibilidad de seguirlo por un sistema de sobretitulación. ¡Lo nunca visto en el Palau de la Música! Justo romero

Publicado en Levante el 16 de Octubre del 2016

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