Granados, del Olimpo al fondo del mar
Granados, del Olimpo al fondo del mar
Dicen que Enrique Granados no sabía nadar, por lo que no tenía nada de extraña su aversión a los barcos. Tampoco le hacía mucha gracia ir a Nueva York, pero aquel viaje significaba su encumbramiento internacional. Atrás quedaba ya definitivamente, sólo como un recuerdo, su deambular como pianista por los cafés barceloneses. Ahora llegaba el sueño de estrenar aquella ópera que no nació como tal, sino a partir de unas piezas para piano a las que se añadió texto y orquesta. Las 7 escenas de “Goyescas” habían triunfado en su estreno de 1911 en el Palau de la Música Catalana y, lo que fue más importante, en la Sala Pleyel parisina en 1914, ya que hasta le sirvió para obtener la condecoración de la Legión de Honor. París le encargó la ópera y Granados la trabajó en Suiza, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial impidió el estreno en Europa.
El Metropolitan lo acoge gracias a la ayuda de Ernest Scheling para la temporada 1915-16. El matrimonio empieza el viaje en Barcelona con presagios y temores, pasa por Cádiz y el buque Montevideo es inspeccionado por la armada francesa en alta mar. Tras 15 días desembarcaron en Nueva York, ciudad que lo acoge con enorme cariño, por su fama y por tratarse de un artista de la Europa en guerra. Los días pasan entre cócteles y los ensayos que dirige Pablo Casals. El empresario le pide un intermedio, quizá porque lo tenía “Pagliacci”, la ópera que acompañará la de Granados, y éste escribe la que se convertirá, desgajada de la ópera, en una de sus piezas más populares. El 28 de enero de 1916 se estrena, nada menos que con Giovanni Martinelli y Giuseppe de Luca en el reparto, mientras Caruso canta en “Pagliacci”. Triunfa, aunque la obra no llegara después a ser repuesta en el Met tras sus cinco representaciones iniciales y no se haya asentado en el repertorio. Ha de retrasar su vuelta a casa porque Wilson, el presidente de EEUU, le invita a una recepción. En vez de realizarla directamente Nueva York-Barcelona en buque bajo bandera española, tienen que hacerlo bajo bandera holandesa hasta Inglaterra y de allí a Francia bajo bandera francesa. Fue advertido del peligro, pero tenía ya prisa por regresar. El 11 de marzo salía de Nueva York tras una despedida emocionante. El 19 llagaron a Falmouth y el 24, tras pasar unos días en Londres, el matrimonio embarcó en Folkestone rumbo a París en el Sussex. Sólo unas horas después, un submarino alemán lo confundió con un minador, lo atacó y partió en dos. ¿Cómo murió el matrimonio? Hay narraciones diversas, desde que perecieron en una sala del barco hasta, lo más probable, que se ahogaron en el mar. La versión más romántica cuenta que él fue recogido en una lancha pero, al ver a su mujer en el agua, se lanzó a socorrerla y, sin él saber nadar, ambos se hundieron abrazados.
La noticia tuvo gran repercusión y se sucedieron los homenajes. Casals promovió uno en el mismo escenario donde se estrenó “Goyescas”, en el que intervinieron Fritz Kreisler, María Barrientos y John McCormack. Paderewski interpretó la “Marcha fúnebre” de Chopin con un candelabro encima del piano como única luz.
La pronta Semana Santa de este año posiblemente ha impedido los homenajes a uno de nuestros más insignes compositores en el día del centenario de la desaparición, a punto de cumplir 50 años. Nos quedan las obras ya citadas, “María del Carmen”, las “Tonadillas”, los “Valses poéticos”, las “Escenas románticas”, etc. y una escuela de piano que tuvo grandes frutos, pero ¿cuál sería su legado de no haber fallecido tan joven? Gonzalo Alonso
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