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Por Publicado el: 12/10/2015Categorías: Crítica

Hamburgo: una Elektra poco brillante

 

ELEKTRA (R. STRAUSS)

Staatsoper de Hamburgo. 10 Octubre 2015

El espectáculo escénico de esta Elektra es uno de los más antiguos que pueden verse hoy en día en cualquier teatro de ópera. De hecho, puede decirse que muchos de los espectadores de esta representación no habían nacido, cuando esta producción se estrenó. El trabajo escénico de August Everding (muerto en 1999) vio la luz por primera vez en el año 1973. Evidentemente, se nota el paso del tiempo, ya que esta producción poco tiene que ver con lo que hoy en día se ve en tantos teatros de ópera, resultando muy clásica y tradicional, en un ambiente demasiado oscuro. La escenografía es obra Andreas Majewski y ofrece en la parte baja un muro de piedra, en el que se abre una puerta para dar acceso al palacio. Encima del muro hay un palacio y en medio una especie de paseo de ronda con alambre de espino. El vestuario responde a la época griega, salvo el caso de Klytämnestra, y lleva también la firma de Andreas Majewski. Se echa en falta una mejor iluminación, especialmente teniendo en cuenta el ambiente oscuro de la producción.

ELEKTRA. HAMBURGO-000

Poco hay que añadir respecto de la dirección escénica de August Everding. Se imita a narrar la trama sin aditamentos ni originalidades de ningún tipo. Se tiene al final la impresión de asistir a un espectáculo en el que todo parece marchar de modo automático. Entre las originalidades modernas y este tipo de producciones anticuadas es más que deseable encontrar un punto intermedio.

Aparte de las exigencias vocales que trae consigo esta ópera de Richard Strauss, no cabe duda de que la dirección musical tiene una importancia primordial. Se podría decir lo mismo de tantas y tantas óperas, pero todo el mundo estará de acuerdo que en Elektra la importancia del director es absolutamente fundamental. Tras su debut en Les Troyens, volvía al foso de la Staatsoper de Hamburgo el nuevo director titular de la casa, el americano Kent Nagano, cuya dirección no ha respondido plenamente a lo que yo esperaba. La lectura de Nagano no ha levantado el vuelo hasta la escena del reconocimiento de Orestes por Elektra. Aquí surgió la emoción que eché en falta durante la hora anterior y ya todo se desarrolló de manera más brillante. Anteriormente, ni las escenas de Elektra con Chrysothemis ni la importantísima con Klytämnestra ofrecieron la intensidad ni la emoción necesarias. La prestación de la Philarmonker Hamburg fue buena, pero por debajo de lo que pude esperarse de ella.

ELEKTRA. HAMBURGO-001

La protagonista que da título a la ópera era la soprano americana Linda Watson, una de las habituales en el repertorio puramente dramático. Si nos olvidamos de las Elektras que nos han brindado en el pasado reciente sopranos como Nina Stemme o Evelyn Herlitzius, podremos decir que la Elektra de Linda Waton funciona razonablemente bien, aunque le falta poderío e intensidad en su canto para compararse ni de lejos con las ya mencionadas. Hay tiranteces en la zona alta, que deslucen un tanto su prestación vocal. Digamos que una Elektra aceptable más que brillante.

La soprano alemana Ricarda Merbeth dio vida a Chrysothemis y una vez más demostró que es una auténtica garantía de bien hacer en los personajes que interpreta. Fue de lejos lo mejor del reparto e hizo una Chrysothemis brillante, entregada y cantando con gran seguridad. No se me ocurriría hacer un viaje exclusivamente por verla en escena, pero es una satisfacción encontrársela en cualquier ópera.

La mezzo soprano japonesa Mihojko Fujimura fue una más bien modesta Klytämnestra. Hay que empezar por decir que no es la contralto que requiere la parte. Es verdad que pocas veces canta el personaje una auténtica contralto, pero Fujimura es una mezzo de volumen reducido y con un canto demasiado monótono para hacer justicia a la madre de Elektra.

El bajo barítono Wilhelm Schwinghammer fue un correcto Orest, mejor aquí que en personajes que requieren un auténtico bajo, que él no es.

Finalmente, Aegisth era el tenor Robert Künzli, que sustituía Peter Galliard. Lo hizo bien en su breve cometido.

ELEKTRA. HAMBURGO-002

Los personajes secundarios cubrieron satisfactoriamente sus partes. Las Criadas fueron interpretadas por Renate Spingler, Dorottya Lang, Nadezhda Karyazina, Gabriele Rossmanith (la mejor de las cinco) y Hellen Kwon. La Jefa de las criadas era Katja Pieweck. Bien también la Portadora del Manto, interpretada por Christina Gahlen., así como Kristina Susic como Vertraute. Adecuados tanto Stanislav Sergeev (Preceptor de Orestes) como los Criados de Orestes, que eran Bruno Vargas y Daniel Todd.

La Staatsoper no pasaría de 2/3 de ocupación. El público se mostró cálido con los artistas en los saludos finales, especialmente con Ricarda Merbeth y Linda Watson.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 40 minutos. Siete minutos de aplausos.

La entrada más cara costaba 107 euros, habiendo butacas de platea por 54 euros. La entrada más barata valía 12 euros. José M. Irurzun

Fotos: Halina Ploetz

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