Recomendación: Gergiev, héroes de barro
Héroes de barro
Por primera vez recala Gergiev en Granada, en su Festival de todos los años, y dada la algarabía suscitada no he tenido más remedio que dedicar la página de esta semana a los dos conciertos que la agrupación del Mariinsky y su titular, el mentado Valery Geriev, van a dar en la edición de este año.
Trato de comprender el trato que durante años ha dado y sigue dando la crítica occidental a este señor. Da un poco igual lo que haga o cómo lo haga; parece ungido por el halo de lo indiscutible, y, supongo yo, la razón es considerar que se trata de una especie de habitáculo de la herencia de los valores más reconocibles de la escuela de dirección orquestal rusa, soviética y otra vez rusa. Los valores de un Mravinsky, de un Rozhdestvensky, de un Temirkanov, ¡de un Rostropovich! pongo por caso, a los que el tópico les asigna el mito de dirigir a golpe de cuchillo a las afiladas agrupaciones del Este (da un poco de risa esto al recordar al mago Rostropovich). Gergiev, que acaba de entrar en la edad en la que la gente de acá se jubila, no es, para mí, nada de eso. Pienso que el acierto o no de sus interpretaciones suele depender de unos cuantos factores más que los comunes. Por decirlo de forma suave. En cristiano: nunca podemos fiarnos; es este un señor que puede levantarnos del asiento o castigarnos con un sueño eterno. Y, además, no suele ser el rey del matiz, pues tiende en sus trabajos a situarlo todo en primeros planos; a que todo suene mucho y muy agresivo o dulce, indistintamente, buscando un aplauso que como mínimo se puede calificar de fácil. ¿Es que no tiene talento este señor? Falso. Sí, y bastante. Lo que sucede es que su tendencia a producir como un churrero, cosa que ha hecho siempre y sigue haciendo, le mata. He escuchado de su batuta direcciones si no memorables sí muy notables (sobre todo haciendo ópera). Pero hasta en los mejores casos se le va la mano hacia lo espectacular, en el mal sentido. Es muy probable que mis lectores no estén de acuerdo con todo esto que digo. Qué le vamos a hacer. Nadie es perfecto.
Trae a Granada Gergiev dos programas. Los dos de música rusa. El primero es bastante tacaño: las oberturas españolas uno y dos de Glinka, una música menor a todas luces, y el Seherazade, de Rimski-Korsakov. En total, una hora de música. Supongo que en busca de las propinas, en un ambiente que seguro acabará en delirio. El otro programa tiene más sentido (y música), pues incluye esa pequeña grandísima joya que es la Sinfonía clásica de Prokofiev; el interesante primer concierto para violín (con un buenísimo solista) de Shostakovich y la soporífera y superficial duodécima del mismo autor. A la hora de redactar estas líneas, cosa que hago con bastante antelación por razones que no es necesario desvelar, me dicen que las entradas para este concierto ya están agotadas. Es lo que cuenta; la gran música es de los grandes héroes. Aunque sean atletas que se mueven sobre arcilla. Pedro González Mira
Orquesta Sinfónica Teatro Mariinsky. Dir.: Valery Gergiev. Obras de Glinka y Rimski-Korsakov (sábado 30, 22.30). Obras de Prokofiev y Shostakovich. Sergey Khachatryan, violín (domingo 1, 22.30). Palacio de Carlos V, Granada. Entre 30 y 85 €.
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