Hipocresía social en Traviata, por J.Matabosch
La denuncia de la hipocresía social
La Traviata» presenta el idilio, apasionado y sincero, entre un joven estudiante, Alfredo, y una cortesana, Violetta, que se rompe dramáticamente cuando ella, convencida de proteger la felicidad de Alfredo y de su familia, abandona a Alfredo y decide regresar al mundo de la prostitución, encontrando la muerte por tuberculosis. La tensión dramática de la ópera se sitúa en la figura generosa y desinteresada de Violetta, que sacrifica .progresivamente su bienestar, su felicidad y finalmente su vida por el amor de éste. Como contraste, la obra muestra el cálculo egoísta del padre de Alfredo, que convence a Violetta de la necesidad de que abandone a su hijo porque su presencia perjudica a su reputación; y la cruel humillación a que la somete Alfredo para vengarse de lo que él cree que es una traición de su amante.
Giuseppe Verdi compuso «La Traviata» con la explícita intención de denunciar las costumbres hipócritas de la sociedad burguesa de su época que se permitía utilizar a mujeres como Violetta como objetos de lujo, monopolizando los valores morales desde un cinismo devastador, y que no dudaba en hacerle el vacío a su mismísima compañera, Giuseppina Strepponi, con la que no se había casado.
Dos mundos irreconciliables se oponen en la obra: el del sentimiento auténtico y el de los compromisos sociales. La relación entre el joven de buena familia y la cortesana de lujo adquiere un sentido diametralmente opuesto a lo previsible, porque todo lo que caracteriza la prostitución –mercadeo, fingimiento, fugacidad- se contradice en la conducta de Violetta, que lo sacrifica todo por su amor a Alfredo.
La obra fue considerada inmoral en la época y su estreno en el Teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853 ha pasado a la historia como un fracaso. Posteriormente, «La Traviata» se ha convertido en una de las óperas más admiradas de Giuseppe Verdi y su popularidad ha llegado a ser extraordinaria. «La dama de las camelias» (1848), la novela de Dumas que inspiró «La Traviata», comienza la historia por el final, cuando el narrador -el mismo Dumas- asiste a una subasta de los muebles de la casa de la difunta Violetta. Es a partir de la subasta que el escritor indaga entre sus conocidos la verdadera historia de aquella mujer. La primera imagen de la puesta en escena de David McVicar en el Teatro Real es la de unos empleados que preparan el inventario de la subasta, de forma que-la ópera se explica desde el final, como la novela.
Todas las escenas sugieren que lo que vernos son recuerdos más que escenas reales. En el suelo del escenario encuentra la lápida de la tumba de Violetta, que en la novela el narrador visita como muestra de respeto y admiración hacia esa mujer. Cerca del lecho de muerte de la joven se encuentran los mismos empleados del inicio que, según testifica en la novela
Amina, la criada, preparan la subasta y «esperan que llegue la muerte para comenzar la venta». Joan Matabosch (Director artístico del Teatro Real de Madrid. La Razón, 20 de abril
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