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Por Publicado el: 10/10/2004Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Homenajes

Estamos acostumbrados a que los homenajes casi siempre lleguen cuando el homenajeado ya no puede disfrutarlos. Afortunadamente no ha sido éste el caso del más que merecido a Odón Alonso. No barro para casa, no somos familia aunque tengamos en común el apellido, el amor a la música y algo más.
Odón es un bicho raro en nuestro pequeño mundo. Por su cabeza y sus manos ha pasado prácticamente toda la música española, incluida la contemporánea. Siempre ha tenido una forma personal de acercarse al hecho musical. Aún recuerdo una de sus primeras “Vísperas della beata Vergine”, que no sólo fueron mis primeras sino también uno de mis primeros conciertos. Hoy día no se concebiría una versión con plantilla tan amplia y concepto tan romántico, pero entonces estuvo llena de humanidad y, desde luego, transmitió. Odón Alonso nunca aburrió con su música. No puede aburrir quien declara con sinceridad y emoción “No he hecho una sola nota de música sin amor”. La carrera de este hombre de bien ha estado marcada por la serenidad, por la entrega sin quejas.Y tiene el maestro otras dos grandes virtudes: la humildad y la honestidad. La primera le llevó a decir en el acto de homenaje “¿Dios mío, qué he habré hecho yo? Si yo no soy compositor. Ellos son los importantes”. La segunda le alejó siempre de la música como negocio. ¡Qué gran diferencia con las jóvenes generaciones! No hace falta dar nombres, ya que están en la mente de todos. Muchos, aún en la treintena, se creen el ombligo del mundo, los mejores, no ya dignos del reconocimiento de todos, sino hasta con poder para exigirlo. Todo lo contrario que Odón. Mucho debían aprender de él.
Y, al verle en aquel acto escuchando la “Suite en La” de Julio Gómez, miraba unas filas un poco más atrás y veía al hijo del compositor. Carlos Gómez Amat representa su paralelo crítico y todo lo dicho de Odón vale para él. Seguro que somos muchos a los que nos duele ser conscientes de emplear mal el tiempo y sentimos tener que dedicar a mediocres y mediocridades los cinco minutos que no les podemos dedicar a ellos y a personas como ellos.

Gonzalo ALONSO

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