Idomeneo: viva la herencia de Helga Schmidt
Temporada del Palau de les Arts
La herencia de Helga Schmidt está viva
“Idomeneo” de Mozart.
Gregory Kunde, Monica Bacelli, Lina Mendes, Carmen Romeu. Orquesta y Coro Titulares. Director musical: Fabio Biondi. Dirección de escena y escenografía: Davide Livermore. Iluminación: Antonio Castro. Palau de les Arts. Valencia, 21 de abril.
“Idomeneo” fue una ópera casi olvidada durante muchos años. Partir de la década de los sesenta comienza a adquirir una cierta popularidad, pero ésta no llegaría de verdad al gran público hasta que primero Luciano Pavarotti y luego Plácido Domingo decidieron que para completar sus respectivos Guiness habían de cantar alguna ópera de Mozart. El personaje de Idomeneo les brindaba una de las mejores alternativas, pues no se trata del típico tenor ligero mozartiano, sino que requiere más peso vocal. No en vano Mozart hasta pensó en él para tenores en plena decadencia.
La partitura está escrita por un genio, pero un genio demasiado joden, pues apenas contaba con veinticinco años cuando la estrenó. Ciertamente marca un punto de inflexión en su carrera operística, pues deja atrás “Mitridate” y otra realmente menores y abre el camino a las que serán sus grandes obras líricas. Sin embargo no es ni mucho menos una partitura redonda, pues antes que nada parece una sucesión de arias, algunas de muy buena factura, entrelazadas por recitativos. No hay apenas acción escénica. Ambas características apuntan a que “Idomeneo” podría presentarse muy bien como ópera en versión de concierto y con numerosos cortes. No hay que escandalizarse si un director los ejecuta o incluso altera algún orden puesto que el propio Mozart puso y quitó según donde se fuese a representar. A partir de ahí se podía escoger la versión en concierto o una escénica y, en este caso, los apuros son muchos. ¿Qué hacer con una obra tan estática? Ponelle lo resolvió maravillosamente, pero apenas tenemos ya genios así.
La producción ha servido para la presentación oficial del equipo Livermore&Biondi y también para comprobar que la herencia de Helga Schmidt está viva. Ella contrstó a Livermore como director de escena porque confió en su innegable talento y Livermore soluciona inteligentemente los problemas apuntados de “Idomeneo”. Un gran ciclorama en el que impresionan las tormentas, un suelo dividido en arena de playa y agua donde se baila y chapotea y el traslado de la escasa acción a tiempos siderales le sirven para añadir a la naturaleza como séptimo protagonista y para quitar peso a una partitura escrita como sucesión de recitativos y arias individuales salvo el cuarteto y los coros. Acierta al añadir un par de ballets que permiten un sólo descanso. Schmidt contrató para el Palau el formidable coro de la Generalitat y formó la orquesta que envidiaron todos los demás teatros españoles. Fabio Biondi se encuentra con ellos y les saca todo su jugo en una lectura más viva que detallista. Y, tampoco lo olvidemos, Schmidt creó la Escuela de Perfeccionamiento de donde salen tres de los siete protagonistas.
También ella llevó a Gregory Kunde al teatro. Si Idomeneo alcanza el notable y si no el sobresaliente es por su dificultad en las coloraturas, logico en quien canta Otello. Estupendas las tres voces femeninas, con la revelación de Lina Mendes como Illia y la gratísima sorpresa de Carmen Romeu como Elektra, un papel vocalmente histérico que en principio parecía no irle.Correctas , a menor nivel, las masculinas.
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