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Por Publicado el: 01/10/2014Categorías: Colaboraciones

II Jornadas de Zarzuela en Cuenca: necesitadas y necesarias

La gran ventaja con la que parten estas segundas Jornadas de Zarzuela de Cuenca (al igual que ocurriera el año pasado) es la multidisciplinariedad. No se trata de musicólogos palmeándose las espaldas ni músicos prácticos dramatizando su día a día. Tampoco son productores, escenógrafos, copistas o gestores. Son todos ellos a la vez, reunidos en un mismo foro preparado por la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero y enfrentados a una misma problemática: ¿cuál es el camino para la mejor difusión de la Zarzuela? Con una distribución de este tipo, las cosas más interesantes ocurren entre las mesas de debate y los pasillos, y cuentan siempre con la presencia tanto de la vertiente más artística como la más artesana del mundillo.

Corre paralela a toda esta actividad congresista un afán recuperador e implicado en todo lo referente a la vertiente musical que se imbrica con la programación de las charlas: así se pudo escuchar la zarzuela La salsa de Aniceta (libreto de Rafael María Liern para una música de Ángel Rubio), el espectáculo Jacinto Guerrero, vida de zarzuela (basado en la exitosa performance del año pasado), un bello concierto de zarzuela barroca con obras de Durón y Nebra con la presencia de las voces de Ruth Rosique y Marta Infante, y la reconstrucción, edición y puesta de largo de El terrible Pérez, zarzuela con libreto de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez y música de Tomás López Torregrosa y Joaquín Valverde, (hijo), que dirigió en su estreno Nacho de Paz. Espectáculos infantiles, exposiciones y un largo etcétera de actividades completaron el fondo de armario de estas jornadas.

De lo que fue palabra sin música llamó la atención la semblanza de Amadeo Vives realizada por un Antoni Ros Marbà, más metido en arenas musicológicas que en las propias de su oficio, y la presentación sobre las suripantas de Javier Suárez-Pajares, a medio camino entre la erudición y el juguete cómico. Sobrevoló durante todo el encuentro la nostalgia hacia el recientemente desaparecido Rafael Frühbeck de Burgos, que el año pasado nos brindó su experiencia y anecdotario enciclopédico casi como un regalo de despedida. La mesa redonda sobre la internacionalización de la zarzuela abordó las problemáticas propias de cualquier montaje y sus dificultades de exportación, con múltiples intervenciones internacionales que enriquecieron la óptica del debate. Desde la pertinencia o no de la traducción de las obras hasta el cierto paternalismo doméstico con el que se trata al género, gerentes, productores, críticos y directores manifestaron más devoción que soluciones. El lema de la presente edición era “Los oficios de la Zarzuela”, y como tal tuvieron su lugar las ponencias sobre la escenografía, los derechos de autor o el complejo proceso de reconstrucción de una partitura como la del Terrible Pérez.

Como en toda buena cita, las Jornadas, dirigidas y presentadas con buen tono por Alberto González Lapuente, cerraron sin conclusiones claras pero con un amplio trabajo de reflexión frente a todo lo expuesto. Ojalá mantengan esa continuidad, entusiasmo y apoyo que la zarzuela raras veces tiene. Mario Muñoz Carrasco

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