II Parte musical del coronavirus
II Parte musical del coronavirus
La música sigue en tempo de “allegro vivace” a pesar del confinamiento. En esta semana han sido numerosas las noticias, pero quizá convenga empezar por recordar los primeros indicios de la pandemia a quienes quieren olvidarlos. Ya el 7 de febrero, el violinista polaco-español Christophe Blezien estuvo detenido en el piso 17 de un hospital militar en Madrid desde su regreso esa semana de una tarea docente en Wuhan. El 10 febrero, el Hong Kong Arts Festival era cancelado. El 23 se suspendieron los espectáculos en la Scala y Gatti sustituía en Florencia a Myung Whun Chung, en cuarentena autoimpuesta después de regresar de Tokio. En España se miraba a otro lado por razones sobradamente conocidas.
Entre tanto ya hemos tenido bajas: Luca Targetti, antiguo director de la Scala; Vittorio Gregotti, diseñador del Teatro de Ópera Arcimboldi; Jean Leber, violinista francés y director de conservatorio; el aclamado dramaturgo de Broadway Terrence McNally; Sir John Tooley, director de la Royal Opera House durante sus años más turbulentos; Luigi Roni, bajo italiano histórico; Jesús Velez, tenor en el coro de la Orquesta Clásica Santa Cecilia en Madrid…. E infectados: Plácido Domingo, quien justo antes hizo donación de $500º al Sindicato de Músicos de EEUU; la emergente directora Mirga Gražinytė-Tyla; Vladimir Urin, director del Bolshoi o la violinista Anne-Sophie Mutter.
No han cesado cierres y cancelaciones en todo el mundo. Gergiev se resistió en el Mariinski, pero Temirkanov canceló de inmediato la Filarmónica de San Petersburgo y el Bolshoi también había cerrado. No solo los espectáculos, también escuelas como la Julliard o el 18º Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin. Hasta el Festival de Eurovisión. Incluso proyectos vitales: Carreras pospuso su gira de despedida y Pires hizo un paréntesis en su retirada para protagonizar el mayor festival de piano online con DGG.
Y todo ello afectó a las economías. Si en España, la empresa Intermezzo, subcontrata responsable del coro del Teatro Real, aplicó un ERTE, por doquier llegaron los problemas. En Europa, la Mahler Chamber Orchesta, entre otras muchas, teme su desaparición; mientras en EEUU Peter Gelb renunció a su sueldo tras el cese a la orquesta y coro del Met, el anuncio de que los solistas no cobrarían y una carta solicitando “obsequios urgentes” de los patronos para mantener viva la institución. En Australia, la pérdida de ingresos de la superproducción de “Boheme” de la Opera on the Harbour significa que la compañía debe vender propiedades para sobrevivir.
Los gobiernos reaccionan de forma diversa. Monika Grütters, la ministra de cultura alemana, se unió a Kirill Petrenko, director principal de la Filarmónica de Berlín y la Ópera Estatal de Baviera, al frente de una fundación a fin de recaudar fondos para músicos independientes en todo el país. También anunció millones para la cultura. En España, la Comunidad de Madrid aprobó 10,7 millones de euros para fundaciones culturales y la Confederación Española de Sociedades Musicales pidió ayudas específicas para la música y la cultura, mientras el ministro permanece desaparecido.
El personal de a pie también lucha. Desde sus casas o balcones, cantantes como Carlos Álvarez, Anna Prohaska o Greory Kunde. Otros, como el barítono Luis Cansino, crean asociaciones como el Sindicato de Artistas Líricos de España para protegerse, que haría bien en unirse a la más antigua Asociación de Cantantes Líricos del Estado Español que promovió en 2012 el tenor Emilio Sánchez.
La tecnología nos está permitiendo sobrevivir y hasta un coro de cantantes profesionales se ha hecho viral en Italia por cantar el “Va pensiero” de Verdi y animar a la población durante la cuarentena. Un componente del International Opera Choir de Roma creó la base musical sobre la que los otros miembros del grupo han unido sus voces. Cada uno se ha grabado en su casa con el móvil y finalmente se ha montado el conjunto con un mensaje del Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella. Nuestra web informa a diario de los calendarios operísticos en streaming gratuitos…. Sin embargo la cultura gratuita en la Red no convence a todos y el sector se debate entre el servicio público y el riesgo a futuro de regalar sus productos.
Y, quiero terminar este “II parte del coronavirus musical”, con la carta de Semyon Bychkov: “¿Aprendimos de la tragedia de Chernobyl?”, que pueden leer completo en https://beckmesser.com/semyon-bychkov-alerta/
Gonzalo Alonso
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