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LA IMPRONTA DE UNA BATUTA
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Por Publicado el: 17/05/2013Categorías: Crítica

IL MONDO DELLA LUNA (J. HAYDN). Teatro Arriaga de Bilbao

IL MONDO DELLA LUNA (J. HAYDN). Teatro Arriaga de Bilbao. 16 Mayo 2013.

Josef Haydn está considerado como el padre de la sinfonía, siendo en este aspecto impresionante su catálogo de composiciones. Ello no le impidió escribir también óperas, aunque prácticamente todas están casi olvidadas, reponiéndose de tarde en tarde. Il Mondo della Luna es un drama giocoso, por seguir al propio compositor, aunque bien podría llamarse pura y llanamente una ópera bufa. Es una de las 14 óperas que compuso en la corte de los Eszterhazy, habiendo sido estrenada en 1777. Las pocas representaciones que se han ofrecido de esta ópera en los últimos años han estado centradas en teatros de segunda fila. La única reposición de relieve fue la que tuvo lugar en Diciembre de 2009 en el Theater an der Wien con Nikolaus Harnoncourt en la dirección y en la que Maite Beaumont debutó en el personaje de Lisetta. Hace ahora 9 años el Teatro Arriaga ofreció esta ópera con cantantes muy jóvenes y en una producción que venía del Teatro Lliure de Barcelona.

En los últimos años parece que ABAO y el Arriaga han decidido ofrecer programaciones más o menos complementarias, quedándose la asociación bilbaína con lo que podemos llamar el gran repertorio, mientras que el Arriaga se viene centrando en óperas menos conocidas. Dentro de este campo de actuación Haydn se ha convertido en un “invitado” frecuente, puesto que es éste el cuarto título del compositor austriaco que nos ha ofrecido el Arriaga desde que Emilio Sagi se hiciera cargo de su dirección. Cuatro títulos de un catálogo total de 15 es una buena marca, indudablemente.

Emilio Sagi es un prolífico director de escena y en estos días dos producciones suyas se están representando en Bilbao, la que ahora nos ocupa y la de La Bohème, que se representará a partir de mañana en el Euskalduna, Hace tiempo que vengo observando que las óperas ligeras, llevadas por el camino de una auténtico musical, son justamente el campo en el que Emilio Sagi mejor se mueve y en el que sus espectáculos escénicos resultan más atractivos. ¡Qué diferencia entre la imaginación que derrocha en Il Mondo della Luna y el trabajo rutinario de La Bohème!

Emilio Sagi nos deleita con un trabajo escénico colorista, divertido y lleno de vida, en el que toda la segunda parte (el supuesto mundo de la luna) funciona como un musical, con un escenario en forma de gran escalinata, con presencia de bailarinas y consiguiendo hacer de los coralistas auténticos boys de revista. Los cantantes se entregan a las ideas de Sagi y parecen divertidos en su menester, lo que fácilmente se transmite a la sala.

La escenografía de Danel Bianco ofrece en la primera parte unos elementos metálicos coronados por una terraza, donde se sitúa el supuesto telescopio de Ecclitico, pasando a continuación a la casa de Buonafede, con una cocina actual. El vestuario de Pepa Ojanguren es divertido y colorista, poniendo a las hijas de Buonafede y a su sirvienta como punk girls, pasando a lentejuelas en la segunda parte de la ópera. Buena la labor de iluminación de Albert Faura. Nuria Castejón se ocupa de la coreografía, obteniendo una buena colaboración de los cantantes y saca petróleo de un coro de 8 boys, que en la vida se han visto en tal aprieto, como diría el Fénix de los Ingenios.

En resumen, una producción divertida e imaginativa, muy adecuada para que esta ópera no se haga larga al público.

Al frente de la dirección estaba Jesús López Cobos, cuya presencia era llamativa, tanto por su categoría profesional como por toda la polémica levantada en los últimos meses por las desafortunadas declaraciones de Gerard Mortier a un periódico austriaco. Emilio Sagi y Jesús López Cobos coincidieron durante un tiempo como responsables artistico y musical del Teatro Real y aquí han vuelto a encontrarse. La dirección del maestro zamorano ha sido francamente buena, llevando la obra muy controlada, como siempre en su batuta, y dando la necesaria frescura a la partitura. A sus órdenes estuvo la Orquesta Sinfónica de Navarra, cuyo sonido no era muy brillante, pero cumplieron bien con su cometido. La parte coral venía cubierta por Coro Rossini, compuesto por 8 coralistas, que vocalmente dejaban bastante que desear, pero que fueron unos divertidos boys. Es la primera vez que Jesús López Cobos dirige ópera en Bilbao y supongo que no será la última, incluso en otros fosos de la villa.

Emilio Sagi ha conseguido un adecuado reparto vocal, habiendo hecho de ellos un conjunto de cantantes-actores-bailarines, dignos de un buen musical.

El protagonista de la ópera es Buonafede, el viejo soñador con nuestro satélite, a quien engañan los demás, haciéndole creer que están en la Luna. Carlos Chausson hizo una magnífica interpretación vocal y escénica del personaje. Siempre he considerado al aragonés como uno de los mejores bajos bufos posibles y lo ha vuelto a demostrar. Su vis cómica es magnífica, como lo es su dicción, a lo que hay que añadir un estado vocal mejor de lo que esperaba. Cualquier teatro que quiera representar esta ópera hará muy bien en contar con el.

Maite Beamont fue Lisetta, la sirvienta de Bounafede, y tuvo una destacada actuación. La voz tiene atractivo, es desenvuelta y no tiene problemas en agilidades. Un acierto contar con ella en este personaje.

El tenor rumano Tiberius Simu fue un Ecclitico pasable en los escénico y muy limitado en lo vocal. Un tenor ligero sin agudos es más un problema que una solución. Vi entre el público a Mikeldi Atxalandabaso, que podía haber mejorado de largo la actuación del rumano.

La mezzo soprano Manuela Custer hizo una interpretación adecuada de Ernesto, con una voz de formato reducido y de poco interés.

Las hijas de Buonafede fueron interpretadas por la soprano donostiarra Arantza Ezenarro (Clarice), que estuvo bien, aunque la voz no resulta muy atractiva, y la valenciana Silvia Vázquez (Flaminia), que se está convirtiendo en una pura soubrette sin importancia. Es una curiosa evolución la suya.

Finalmente, el tenor cántabro Manuel De Diego lo hizo bien en la pare de Cecco, apretado por arriba.

El Arriaga ofrecía un muy buen aspecto, con una entrada muy superior a lo que suele ser habitual. Posiblemente andaría por el 90 % del aforo. Nunca había visto tantas caras de aficionados en este teatro. El público se mostró cálido durante la representación, dedicando un muy buena acogida a los artistas, siendo las mayores ovaciones y bravos dedicado con todo merecimiento a Carlos Chausson. También López Cobos y Emilio Sagi fueron braveados. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 47 minutos, incluyendo un intermedio. La duración puramente musical fue de 2 horas y 22 minutos. Los intensos aplausos finales se prolongaron durante 6 minutos, pero pudieron ser más. Parecía haber prisa por bajar el telón. Hace poco un buen aficionado a la ópera me preguntaba cómo modular el grado de exigencia en representaciones de ópera. Creo que no es el espectador quien establece el nivel de exigencia, sino el teatro con su política de precios de las localidades. En este sentido diré que la relación precio-calidad del espectáculo ha sido magnifica. La localidad más cara costaba 47 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 29 y 38 euros. La entrada más barata con visibilidad plena costaba 19 euros. Había también con visibilidad reducida por 14 euros. José M. Irurzun

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