In memoriam Pedro Cacho
In memoriam Pedro Cacho
En el buen sentido de la palabra, bueno
El pasado día 10 de junio falleció un buen amigo, Pedro Cacho. Hay personas a las que basta con haber tratado unos días para que se te instalen para siempre en el corazón y en la memoria. Por desgracia para mí, lo conocí sólo unos meses antes de su desaparición, antes de que se le diagnosticara la fatal, irremisible y fulminante enfermedad que lo ha apartado de nuestra vista, que no de nuestro recuerdo. Era a finales de agosto del año pasado, en el Festival de las Naciones de Cità di Castello. Allí su mujer, Cecilia Lavilla Berganza, interpretaba las dos tonadillas de Manuel García junto a Vicenç Esteve, en una producción de Alessandra Panzavolta dirigida por Juan de Udaeta. Sólo había unos pocos días de ensayo y la intendencia del teatro italiano dejaba mucho que desear, así que había que ver a Pedro siempre dispuesto a colaborar en los ensayos, llevando y trayendo atrezzo, organizando las comidas de la troupe de españoles (Amparo Navarro, Javier Agulló, Susana Lozano y quien esto escribe). Se desvelaba por tener siempre preparados los refrescos y los bocadillos para cuando terminábamos los ensayos y ya estaban cerrados los restaurantes de aquel pueblo italiano. Pero aún sorprendían más su intuición musical y sus conocimientos. Estaba totalmente implicado en la carrera de su mujer y en la del resto de la familia y era un placer escuchar sus opiniones tras los ensayos y sus sugerencias cuando a menos de 24 horas del estreno la cosa no salía adelante y había que cortar y adaptar las partituras de El poeta calculista. En octubre supe del fatal diagnóstico y aún albergaba la esperanza de volver a verlo en el próximo recital de Cecilia en Sevilla, pero la Parca nunca mira atrás ni entiende de sentimientos. Sit tibi terra levis.
Últimos comentarios