Inquietudes y perturbaciones musicales
Inquietudes y perturbaciones musicales
El viernes volvió a abrir sus puertas al público la primera institución musical del país. Lo hizo con un aforo al 65%, algo menor del 75% que permite actualmente la CAM. Tres epidemiólogos asesoran al Teatro Real para que el público pueda estar seguro. Posiblemente esa ocupación no permita asientos vacíos a cada lado de uno ocupado, pero desde luego no será como en los aviones o los aves. Circula un curioso, pero muy significativo dibujo, de cómo tendrán que ser los teatros para tener autorizado un aforo del 100% y es que el absurdo es denominador común de cuantas medidas toman la autoridades. Un teatro tiene muchos más metros cúbicos que un vagón, pero parece no tenerse en cuenta. Me inquieta y perturba a diario el cantamañanas del “creo” o “quizá” que nos anuncia la evolución de la pandemia, la inoperancia del ministro de cultura casi igual al de educación… Las instituciones musicales lo están pasando muy mal. Les inquieta y perturba no saber si en octubre les reducirán el aforo y si el público va a acudir a sus espectáculos. No todas son el Real, que seguro que agotará las localidades.
Las instituciones tienen ya que preparar sus siguientes temporadas, pero no saben con qué fondos públicos van a contar y sospechan con toda razón que les reducirán los presupuestos.
Me inquietan y perturban muchas de las cosas que suceden y no sólo aquí. ¿Acaso no se estará tomando la pandemia como una excusa para adocenarnos? ¿Cómo es posible que la Ópera de Viena recomiende que no haya “bravos” ni abucheos? Esa recomendación no es sino una forma de limitar la libertad de expresión, porque podría haber recomendado aplaudir con más intensidad o patear, pero no, y así los espectáculos se convierten en un mortuorio. Penoso es asistir con mascarilla en un local medio vacío y vivir el ambiente sin entusiasmo.
Y me inquieta y perturban otras cosas de las que no se hablan. ¿Cómo van a afectar las cuarentenas a los espectáculos? Más de un artista me ha confesado no poder cumplir sus contratos a causa de esas cuarentenas. No pueden venir a España si después han de pasar una cuarentena en Inglaterra para actuar allí y otra al salir de Inglaterra para trabajar en Suiza u otros países. ¿Qué va a suceder con las giras de las orquestas? ¿Cómo van a sobrevivir los ciclos basados en ellas? Ya han empezado las cancelaciones de orquestas. La Mahler ha tenido que ser sustituida en su frustrada gira con Dudamel.
Vivimos en un mar de dudas. Posiblemente tengamos que reenfocar todos los planteamientos. Ahora sería inviable programar una Sinfonía de los Mil o un “Die soldaten”. ¿Hemos de acostumbrarnos a oírlas sólo en discos o vídeos? Quizá haya que pensar en otros locales, como los grandes polideportivos. En ellos, aunque con micrófonos, serían posibles las separaciones en escenario y plateas. Perderíamos intimidad y proximidad, pero quizá sea una de las pocas formas, no sólo para ciertas obras, sino también para soportar económicamente muchos espectáculos. Hay mucho sobre lo que meditar, pero ¿tenemos gente capaz de hacerlo? Gonzalo Alonso
Cuando empezó esta historia en Italia allá por febrero y lo primero que cerraron antes que cualquier otra cosa fueron los teatros alla Scala, la Fenice y el Regio de Parma ya me olí que esto tenía una intención, el tiempo lo está dejando claro.
Así como usted ha sido el único que ha defendido a doña Helga Schmidt en todo momento, ahora es el único que canta las verdades del barquero en esta situación.
Si los epidemiólogos que asesoran al Real pertenecen al famoso comité de expertos inexistente estamos aviados.
“No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo” Abraham Lincoln.