Intenso Shostakovich del Concertgebouw
Ciclo Ibermúsica
Intenso Shostakovich
Obras de Bruch y Shostakovich. Joshua Bell, violín. Royal Concertgebouw Orchestra. Semyon Bychkov, director. Auditorio Nacional. Madrid, 12 de enero.
La orquesta del Concertgebouw siempre genera expectación, aunque no gire con Mariss Jansons, sino con el más modesto Semyon Bychkov, porque se trata de una agrupación soberbia desde todos los puntos de vista. Realmente habría resultado un desperdicio traer el conjunto para tocar el “Concierto para violín en sol menor” de Bruch, si no fuese porque su solista fue Joshua Bell. Bell (Bloomington, Indiana, 1967) se lució en esta edulcorada pero vibrante y muy grata partitura, desplegando una técnica impecable y mostrando un sonido poderoso, lleno y cálido. Las notas más agudas sonaban perfectamente afinadas y en planísimo por toda la sala. Ante un éxito, digno de un Menuhin u Oistrakh, concedió una propina que impresionó a la audiencia por virtuosismo y preciosismo. Muchas, muchas salidas a escena.
Pero donde la orquesta y el director habían de lucirse era en la “Sinfonía n.11” de Shostakovich y vaya si lo hicieron. Fue una lectura intensa, muy propia de la personalidad del director, bien planificada, atenta a los detalles y sin temor a sus enormes sonoridades, aunque sin descuidar los pianos más inaudibles. Lástima del extraño pitido de fondo en el auditorio que la acompañó todo el tiempo. En el canto lúgubre del clarinete tras una de sus frecuentes explosiones sonoras estaba el alma rusa, resignada y melancólica, que también introdujo Shostakovich en varios momentos de la obra recreando un tema Mussorgsky. Un gran éxito. Gonzalo Alonso
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