Los intereses particulares salpican la programación alternativa de la Arena de Verona
Los intereses particulares salpican la programación alternativa de la Arena de Verona
La dudosa gestión del alcalde Federico Sboarina y un programa cuajado de grandes nombres extranjeros hacen saltar las alarmas sobre la inversión de dinero público por parte del teatro
Aunque es innegable que el coronavirus ha sumido en la vulnerabilidad a gran parte de la población, acabando con la idea de normalidad que hasta ahora asumimos, el patógeno ha ensalzado problemas pendientes en el sector cultural y se ha estandarizado como causante del mal de la situación que hoy vivimos. “Una excusa para la falta de decisiones del pasado”, expresa el diario italiano Veneto Vox.
En Verona, la pandemia ha sido el pretexto al que ha aludido el alcalde Federico Sboarina, codirector a su vez de la Fundación Arena de Verona (FAV), para describir la situación actual de esta institución. El alcalde ha afirmado que la actividad del teatro dependería únicamente de la autorización ministerial para llevar a cabo actividades, por lo que él ha optado por coronarse como el defensor de la ampliación del aforo del teatro.
En este contexto, la programación alternativa del Festival Arena de Verona ha sido desvelada en pleno enfrentamiento entre el ministerio de cultura, las autoridades políticas de Verona y los trabajadores de la Arena, quienes luchan por aumentar el número de espectadores hasta 3.000 para garantizar la supervivencia económica del teatro. Actualmente, el aforo se reduce a 1.000 personas ya que las medidas se seguridad contemplan un aforo de 200 para los eventos en el interior y de 1.000 en espacios al aire libre. Según el diario italiano Verona News, estas cifras responden a la imposición de un director de orquesta italiano -se insinúa a Riccardo Muti- que exigió al ministro de cultura de Italia, Dario Franceschini, la realización de un Festival a pesar de la vulnerable situación que está dejando la pandemia. De esta manera, y de acuerdo con su consejero Salvatore Nastasi, no solo se habría aceptado la realización de este festival sino que las normas establecidas para este evento se han extendido como protocolo para cualquier espectáculo, obligando a los teatros a reabrir sus puertas el 15 de junio con reglas muy estrictas y no siempre beneficiosas para estas entidades.
“La Arena de Verona”, explica Alessandro Gennari, vicepresidente del Consejo del Movimiento 5 Estrellas, “tiene una capacidad para 13.000 espectadores, por lo que podría albergar fácilmente a 6.000 personas con medidas de seguridad, guardando las distancias requeridas. Pero en Italia, la lógica no prevalece, por lo que probablemente Verona tenga que someterse también a la norma de los 1.000 espectadores decididos por Franceschini y su equipo de consultores técnicos. Ojalá se permitan los 3.000”.
Así, la posición de Sboarina es puramente estratégica. Cuando en 2017 ganó las elecciones, presentó un programa de propuestas y reformas para relanzar la Fundación Arena de Verona. El plan de recortes, que incluso acabó con el ballet de la institución, afectó al sueldo de los trabajadores y al presupuesto del teatro, haciendo de una situación grave una desesperada. El único plan de Sboarina para superar la deuda fue contratar a grandes nombres de la lírica, aumentando aún más el deficit y el descontento de los trabajadores.
La crisis sanitaria ha incrementado aún más la tensión entre los empleados y la dirección, ya que la FAV es la única fundación italiana que mantiene en ERTE a todos sus trabajadores.
“La Fundación jadea, no solo por la pérdida de ingresos de toda una temporada a causa del coronavirus, sino por la mala gestión que no ha aliviado sus problemas anteriores y no la ha salvado de las difíciles circunstancias que vivimos”, indica el periodista Sergio Noto.
Gennari ataca también la programación alternativa propuesta por el teatro para contrarrestar la cancelación de la programación original. “Debería haber un cambio importante en la promoción del anfiteatro y la protección de los artistas italianos, pero la dirección está más interesada en los grandes nombres extranjeros y la inevitable Gala de Plácido Domingo, cuyo coste será muy elevado y apenas rentable para una audiencia de 1.000 personas. La falta de creatividad e imaginación en nuestra programación es crónica e incurable. El ahorro se extiende a todos los rincones del teatro, recortando presupuestos y sueldos, salvo en la contratación de grandes artistas. Muchos de ellos pertenecen a la agencia Ariosi Management, cuyos artistas son acompañados por sus parejas y colegas a precios elevadísimos. Gastar dinero público que termina en el extranjero es absurdo en términos de ahorro e inversión. Un teatro serio ya habría suspendido las relaciones con esta agencia”.
Últimos comentarios