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Por Publicado el: 11/07/2021Categorías: Colaboraciones

El Iturbi y las víboras

El Iturbi y las víboras

Muchas y malas críticas ha despertado la final del Premio Iturbi. Torticeramente, se ha vinculado el nivel de los concursantes con una supuesta mala gestión de un certamen renqueante, que ahora ha sido renovado y revitalizado gracias al empeño decidido y valiente de la Diputació y, seamos claros, de su responsable política, la diputada Glòria Tello. Las víboras, envidiosas y desposeídas de antiguos privilegios, acechan como Melot o el lascivo Celedonio de La Regenta. ¡València!

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Premio Iturbi 2021

Más allá de la puntualidad de lo bien o lo mal que tocaran los candidatos, y este crítico ha sido el primero en comentarlo sin ambages y con palabras duras, en una crítica cuyo título era suficientemente explícito, “Final sin pena ni gloria”, hay que enfatizar el éxito de una edición definitivamente ejemplar, que ha finiquitado anteriores corruptelas, enchufismos y arbitrariedades, para imponer la equidad, el buen sentido y la profesionalidad. Y lo ha hecho desde una impecable dirección colegiada sin sombra de sospecha liderada por Joaquín Achúcarro, coordinada por el pianista y concertista Óscar Oliver, y con artistas tan inapelables como los también pianistas Emma Jiménez, Carles Marín y Josu de Solaun.

Achúcarro, en un artículo publicado el miércoles en estas mismas páginas, confesaba estar “orgulloso y agradecido del enorme trabajo que el equipo [del Premio Iturbi] ha hecho todos estos meses. Intentando paliar los pequeños y grandes problemas que el COVID creaba continuamente”. En circunstancias muy adversas, en las que los viajes son tan extremadamente complicados como el temor y la inseguridad que atenaza todo, la actual edición del Iturbi ha logrado salir a flote con el empeño, talento, trabajo, ilusión y buena voluntad de todos. Incluso ha batido su premio récord, con 178 concursantes de 41 países, muchos de ellos ya laureados en otros destacados concursos. Luego, con la acústica imposible del Teatro Principal, con la incertidumbre de estos tiempos y por vaya a saber usted qué otras razones, el nivel de la final en absoluto fue lo elevado que cabía esperar.

El jurado, cargado de nombres propios del pianismo internacional, tuvo el acierto de dejar desierto el primer premio. Nobleza obliga. Fue una prueba más de su insobornable competencia. Más confortable hubiera resultado otorgar todos los premios y soltar con palabras vacías que “ha sido una gran final”. Por fortuna por el Iturbi corren hoy otros tiempos. Ya no caben las palabras huecas ni estas patrañas provincianas. El fallo del jurado, aparentemente quizá inconveniente, no hace sino prestigiar el Concurso y demostrar que el fin del Iturbi y sus nuevos gestores es la búsqueda de la excelencia pianística, más allá de conveniencias o compromisos. ¡Chapó! “Prima la musica e poi le parole”.

Contra el nuevo Iturbi, las víboras han publicado y dicho verdaderas barbaridades. Medias verdades y calumnias totales. Hasta infundios de alcoba. En la Prensa local y nacional. Como pequeñitos Aznares corroídos ante la insoportable sensación de haber perdido el poder que ellas mismas utilizaron tan despóticamente, tan suciamente. La envidia y la calumnia, ya lo dijo Don Basilio, son un “vientecillo” que corre y corre. “Calumnia, que algo queda”, dice el sabio refranero. Pero las palabras, veteranas y prudentes, de Joaquín Achúcarro no mienten: “Claro que el Coronavirus ha herido un poco al Iturbi, pero las heridas se curan. El Concurso es un timbre de gloria para València. José Iturbi estaría feliz del esfuerzo llevado a cabo. Y del resultado, estoy seguro. Yo lo estoy”.

¡A seguir! Y las víboras, a lo suyo, a viborear. Justo Romero

Publicado el 10 de julio en el Diario Levante.

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