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Por Publicado el: 11/10/2010Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Joan Sutherland, un retrato profesional y personal

Joan Sutherland, un retrato profesional y personal
Joan Sutherland era uno de los últimos mitos de la gran época dorada del bel canto de los años sesenta y setenta. Nacida en Sidney en 1926 ascendió a la fama repentinamente al debutar en 1959 como “Lucia di Lammermoor” en el Covent Garden, donde en 1952 ya había cantado el pequeño papel de Clotilde en una “Norma” junto a Callas quien, tras escucharla, renunció a continuar cantando aquel papel. La acompañaban Franco Zeffirelli y Tullio Serafín en escena y foso. Un año después llevó la misma obra a la Milán, París y Nueva York, mientra que Venecia la bautizaba como “La Stupenda” tras su interpretación de “Alcina”. Fue precisamente el repertorio barroco, junto a los Bellinis y Donizettis, donde alcanzó sus mejores metas. Curiosamente, aunque su primer papel lírico fue el Dido de Purcell, quiso en sus inicios emular a su admirada Kirsten Flagstad y cantar Wagner, si bien sólo llegó a incorporar la voz del pájaro del bosque del “Anillo”, una de las hijas del Rhin, una de las Walkirias y Eva de “Maestros cantores”. Eran años en los que había que hacer de todo antes de triunfar y ella tuvo que cantar papeles tan dramáticos como la Giorgietta de “Il Tabarro” pucciniano o la Amelia de “Un baile de máscaras” verdiano.
La gran peculiaridad de Sutherland fue combinar, gracias a una técnica impecable, unas excepcionales capacidades para las agilidades con una voz muy grande, más propia de sopranos líricas o dramáticas que de coloratura. Sus increíbles sobreagudos han pasado a la historia. Sus defectos radicaron en una imperfecta dicción, que impedía el reconocimiento de los textos, y un estatura que empequeñecía a los tenores que la acompañaban. Otro de sus méritos incuestionables fue la exhumación de partituras que permanecían en el olvido, tarea que compartió con Leyla Gencer y Montserrat Caballé. En este campo tuvo la poderosa ayuda del director de orquesta Richard Bonyngue, con quien se casó en 1956. Así llegaron unos “Hugonotes” milaneses aún recordados por su impresionante reparto (Corelli, Simionato, Cossotto, Ghiaurov, etc), las inolvidables “Semiramides” Junto a Marylin Horne o una “Beatrice di Tenda” que llevó al disco con un jovencísimo Luciano Pavarotti, a quien apoyaría en sus primeros años y acompañaría en la célebre “Hija del regimiento” de 1972 en el Metropolitan.
En los finales de los ochenta tuvo en el Liceo sus últimas actuaciones españolas -“Norma”, “Lucia” y “Lucrecia Borgia”- compartiendo escenario con una Alfredo Kraus también ya muy maduro, aunque durante años continuó como jurado en el Concurso Viñas. Se retiró en 1999 tras un memorable “Murciélago” londinense en cuya despedida fue acompañada por Horne y Pavarotti. Vivía en cerca de Montreux (Suiza), donde ha fallecido después de haberse debilitado su salud como consecuencia de una caída que le rompió los fémures de ambas piernas hace dos años.
Su carrera, con sus casi 50 títulos y 60 álbumes, así como sus opiniones han quedado escritas en su autobiografía “The Autobiography of Joan Sutherland: A Prima Donna’s Progress”.
Era una persona tan “estupenda” como sencilla y así lo pude comprobar personalmente. La primera vez que la vi fue en el Teatro Real en 1979. Asistí a la prueba de un concierto y me quedé sorprendido al contemplarla en el escenario, y no en su camerino, haciendo punto mientras la orquesta ensayaba las piezas orquestales. Con ella estaba Richard Bonyngue, su marido, para tener todo bajo control.
En los últimos ochenta cantó en el Liceo junto a Alfredo Kraus. Ambos eran ya mayores, pero Sutherland conservaba aún gran parte de sus increíbles capacidades para las agilidades y los agudos. Soportó con estoicismo el tremendo maquillaje que hacía cartón piedra de las caras de ambos artistas y que puede curiosearse en Youtube.
Visitó Madrid en el 2000 acompañando a Bonyngue cuando éste dirigió “La Sonámbula” en el Teatro Real. Presenció la función desde un palco sin que prácticamente nadie advirtiese su presencia y el teatro, entonces dirigido por Juan Cambreleng, fue incapaz de del menor gesto con ella. Visitó Toledo y El Escorial y aquí, por pura casualidad, coincidimos en el mismo restaurante. No quise molestarla, pero sí ordené llevarla una botella de Champagne de forma anónima. Había que trasmitirla que en España era también admirada. Cuál no sería mi sorpresa cuando, al día siguiente, mi querido amigo Lerín, con quien había quedado a cenar para celebrar mi cumpleaños, me advirtió que vendría acompañado de dos personas como sorpresa y regalo. Me puso una condición: no debía dar a conocer que me dedicaba a la crítica musical. Aparecieron Sutherland y Bonyngue y, entre simples aficionados, ella no paró de contar experiencias. Valga una muestra: las dos voces más grandes que había conocido eran las de Gigli y Stignani.

Muy sencilla como persona, quizá aburriese a algunos por su ininteligible dicción, pero tuvo la más increíble vocalidad del siglo. Descanse en paz.

Una discografía poderosa
Grabaciones de estudio:
Bellini: Beatrice di Tenda. Pavarotti, Veasey, Bonyngue. DECCA
Bellini: Norma. Caballé, Pavarotti, Ramey, Bonyngue. DECCA
Donizetti: Lucia di Lammermoor. Cioni, Merrill, Siepi, Pritchard. DECCA
Donizetti: Maria Stuarda. Pavarotti, Tourangeau, Bonyngue. DECCA
Haendel: Alcina. Berganza, Alva, Sciutti, Freni, Bonyngue. DECCA
Haendel: Mesias. Bumbry, Boult. DECCA
Mozart: Don Giovanni. Wächter, Taddei, Schwarzkopf, Alva, Giulini. EMI
Rossini: Semiramide. Horne, Bonyngue. DECCA
Gounod: Fausto. Corelli, Ghiaurov, Bonyngue. DECCA
Hoffenbach: Cuentos de Hoffmann. Domingo, Bonyngue. DECCA
Strauss: El Murcielago. Nilsson, Tebaldi, del Monaco, Karajan. DECCA
Verdi: Rigoletto. Cioni, MacNeil, Sanzogno. DECCA
Verdi: Requiem. Horne, Pavarotti, Talvela, Solti. DECCA

En vivo:
Meyerbeer: Hugonotes. Corelli, Simionato, Ghiaurov. Scala, 1962
Haendel: Alcina. Wunderlich, Procter, Leitner. Colonia, 1959
Donizetti: Lucrecia Borgia. Kraus, Bonyngue. Londres,
Donizetti: Lucia di Lammermoor. Kraus, Bonyngue. Nueva York, 1982

Selecciones:
The Art of the Prima Donna. DECCA

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