Joaquín Achúcarro, 90 años de servicio a la música
Joaquín Achúcarro cumplirá 90 años el próximo 1 de noviembre. De verdad que, para quienes le escuchamos tocar y sobre todo le conocemos, resulta difícil de creerlo. Mientras escribo estas líneas veo, sin verle, la inmensidad de sus ojos azules, su sonrisa y su aire aún de niño en muchas de sus expresiones. También su trato exquisito, la cordialidad y, sobre todo la humanidad de una excelente persona, que lleva muchas décadas sirviendo a la música y siempre aprendiendo. Joaquín tiene otro punto a su favor: la presencia constante de su esposa Emma. Emma Jiménez, fue una niña prodigio en el estudio del piano. Se conocieron y, en 1959, Joaquín le dijo a Emma que se casarían si ganaba el Concurso Internacional de Liverpool. Lo ganó y se casaron.
Tuvo un anticipo de la celebración de su cumpleaños en el pasado Festival de Torroella de Montgrí y en el de Úbeda, donde recibió la Medalla de Oro, y este mismo mes deslumbró en el Guggenheim neoyorquino con Brahms, Chopin, Debussy, Falla, Granados y Albéniz. Su gira de cumpleaños, con etapas en Washington, Dallas, Chicago, San Diego, Houston y Miami, finalizará en Bilbao, su ciudad natal, coincidiendo con las conmemoraciones de los 25 años del Museo Guggenheim.
Dio sus primeros pasos a los trece años acompañado por la orquesta Filarmónica de Bilbao. Se trasladó a Madrid para ampliar sus estudios musicales en el Conservatorio de esta ciudad. En 1950 fue galardonado con el Premio Masaveu. Posteriormente residió en Siena, en cuya Accademia Chigiana siguió perfeccionando su técnica pianística. A los veinte años, comenzó a recorrer Europa para seguir estudiando con varios maestros, entre ellos Walter Gieseking, Marguerite Long y Nikita Magaloff. Su carrera se consolidó al ganar el ya citado Concurso Internacional de Liverpool en 1959, que le reportó el debut con la Orquesta Sinfónica de Londres. Cuenta con el Premio Nacional de Música (1992), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1996) y la Gran Cruz del Mérito Civil (2003). Es miembro de la Real Orden de Isabel la Católica y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue nombrado “Artist for the Peace” en 2000 por la UNESCO. En fin, ha tocado con todas las orquestas y directores más célebres y ofrecido un sin fin de recitales por todo el mundo, visitando más de 60 países. También se dedica a la enseñanza, fundamentalmente en Dallas, con una de cuyas universidades ha creado la fundación que lleva su nombre. Dijo en una entrevista “A mis alumnos, que yo les llamo mis colegas, les digo que tenemos una suerte enorme de estar en relación, contacto y conversación con algunos de los más grandes cerebros que ha producido la humanidad” y él sigue estudiando cada día “porque es la única manera de poder seguir trabajando, dedicarle cada día horas, entrenar y de mantener disciplina. Detrás de un concierto hay muchas horas de esfuerzo y dedicación, no es llegar y tocar”.
Ahora comanda el Premio Iturbi, el Concurso Internacional de Piano de València, que tendrá lugar del 31 de mayo al 9 de junio de 2023.
Aún recuerdo su 85 cumpleaños junto a la OCNE cuando la orquesta le entonó el “Feliz cumpleaños” siendo coreada por el público. ¡Menudo programa el de entonces! Nada menos que los dos conciertos de Ravel. Joaquín es un milagro, habrá dejado la bici a un lado, pero no la natación. Mantiene en forma el cuerpo, esos dedos en los que jamás hubo artificio sino arte y, sobre todo, el espíritu de la juventud. ¡Muchas felicidades, Joaquín! Gonzalo Alonso
Desde luego, es una persona excepcional, en todos los sentidos, para mi es un privilegio haberlo conocido en persona y no solo como el grandísimo maestro que es.