Joyce Didonato: “la ópera es una oportunidad para exponerse a emociones fuertes, de manera que podamos sentirlas y conectar con ellas realmente”

La soprano enfatiza la dimensión humana de la música y la lírica en plena incertidumbre para el mundo de la cultura y las humanidades

Joyce DiDonato

“La rutina de un cantante de ópera”, apunta Joyce DiDonato, “depende de dónde se encuentre: si es una actuación, un ensayo, o un día de confinamiento por el coronavirus”. Con esta frase comienza la soprano un recorrido por los puntos en común de su vida como cantante, cuya base es la interpretación musical, tan necesaria como defendida estos días de cuarentena.

El parón cultural ha impedido que se realicen las funciones de Werther en el Met, donde Joyce DiDonato habría participado junto a Piotr Beczala. La soprano lamenta que ni siquiera pudiese realizarse la prueba de vestuario, que el teatro suele grabar y podría haberse emitido por streaming, la opción por la que están optando la mayor parte de teatros internacionales para continuar de alguna manera con su actividad: “Cuando te das cuenta de que no vas a poder hacer algo, e muy duro. Ensayamos tantas veces como sea necesario y es una experiencia maravillosa, pero la obra no cobrará vida hasta que la audiencia no esté en el teatro”, comenta DiDonato.

La crisis del coronavirus inspiró a la soprano para pensar en la manera de hacer llegar su voz al público a la vez que fomentaba la ayuda a artistas autónomos: “Llamé a Piotr Beczala y a nuestro pianista y cantamos por streaming algunos fragmentos de la ópera. Creamos también una plataforma de recaudación de fondos porque los artistas van a enfrentarse a unos meses muy complicados, con sus agendas vacías y de gran incertidumbre laboral”.

Para llegar a ser cantante de ópera, subraya DiDonato, “hacen falta 10 años de estudio antes de poder saltar al escenario. Es necesario alcanzar un dominio físico que permita actuar y cantar durante tres horas, cantar con claridad y belleza y llenar un teatro con la voz, sin amplificación y por encima de una orquesta de unos 100 miembros”.

Y no solo requiere el dominio físico, también emocional. “Muchas veces la gente se sorprende porque la soprano siempre muere. Claro que muere, todos vamos a morir y sufriremos, odiaremos, seremos celosos, felices y miserables. Es la condición humana y, si tenemos suerte, todos experimentaremos estas emociones. La ópera es una oportunidad para exponerse a estos sentimientos de manera exagerada para que podemos conectar con ellos. Solo así podremos ver que hay alguien más que se ha sentido suicida y que habría hecho cualquier cosa por amor o por sus hijos”.

DiDonato recuerda su actuación en una cárcel americana como una de las experiencias más reveladoras de su carrera en este sentido: “Al principio, los presos estaban inquietos y no sabía qué tal iba a ir el proyecto. Pero les expliqué el aria que iba a cantar: “¿Conocéis a Cleopatra, reina del Nilo?”, les pregunté. Empezaron a murmurar. Les expliqué que ella estaba triste porque el amor de su vida había sido asesinado y estaba llorando, y luego estaría furiosa y decidida a vengar la muerte de su amante. Me escuchaban atentamente, y cuando llegué a la parte de la ira gritaron “Haz que pague por lo que hizo, ve a por él”. Pero cuando Cleopatra vuelve a su tristeza, cuando canta que la venganza es ineficaz, podría haberse oído el sonido de una aguja al caer. “Lo entienden”, pensé. Entienden lo que la música estaba diciendo y fluyeron con ella. Ha sido una de las emociones más fuertes que he sentido, por eso amo mi trabajo”.

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