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Por Publicado el: 21/01/2014Categorías: Crítica

Jurowski, potente malheriano en ibermúsica

Ciclo Ibermúsica

Jurowski, potente malheriano

Obras de Macmillan y Mahler. Lawrence Power, viola. Orquesta Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski, director. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de enero.

Las orquestas inglesas se van configurando edición tras edición como núcleo de los conciertos de Ibermúsica. La que hoy nos ocupa, la Filarmónica de Londres, se presentó en España de la mano de esta organización en 1981, desde entonces ha visitado España en 16 ocasiones y ya se anuncia su presencia en la próxima temporada con el mismo Jurowski, su titular, al frente. Antes lo han hecho López Cobos, Solti, Bychkov, Rohzdestvensky, Maazel, Welser Möst, Jansons, Metzmacher, Nézet-Séguin o Eschenbach. No es la mejor de las agrupaciones inglesas –posiblemente lo sea la Sinfónica de Londres- pero mantiene un nivel de primerísima categoría, siempre que no tenga un día aciago, tal y como parece que les sucedió el pasado sábado con el “Primero” de Brahms, pero nosotros no nos detenemos en ese concierto sino en el siguiente con un programa inusual. La potente “Sexta” malheriana se basta a sí sola, pues su duración oscila entre los 70’ de un Szell a los 85’ de un Abbado. Jurowski se acercó más a estas longitudes, pero acompañó la sinfonía de un estreno en España, dado a conocer poco antes en Londres, firmado por james Macmillan para viola y amplia plantilla orquestal de media hora de duración.

Este “Concierto para viola y orquesta” fue mucho mejor recibido por el público de los habitual en estrenos, algo lógico dada su escritura asequible, ecléctica en su fusión y citas de estilos y en algunos momentos espectacular. No lo es su inicio en piano, pero sí el de su segundo movimiento con un violento acorde del tutti o en los aires casi circenses de uno de los temas del tercero. Brinda ocasión al lucimiento de otros solistas como flauta o arpa, algo no frecuente en este tipo de partituras, aporta también otras originalidades e incluso sonidos de la viola, luego repetidos por la orquesta, de los que incluso podría opinarse que el arco “raspa” más que toca las cuerdas de la viola, pero el conjunto mantiene el interés por lo variado de la orquestación. Fue solista de excepción Lawrence Foster, a quien el compositor dedicó la obra.

A Jurowski se le da bien Mahler porque le imprime una fuerza interna sin la cual estas obras pueden “caerse” y, sin huir de grandiosidades, tampoco cae en el efectismo gratuito. Planteó una peculiar colocación de la plantilla con arpas y contrabajos intercambiando su lugar y se decidió por colocar el “Andante” como segundo movimiento en contra de lo anunciado en el programa de mano. Con criterio y mando logró una versión muy notable y muy del agrado del público. Gonzalo Alonso

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