Kaufmann, entre olvidos y propinas
Jonas Kaufmann ofreció el otro día un recital en el Musikverein de Viena con un programa a base de Schubert, Wagner, Liszt y Britten. Cual no sería la sorpresa cuando al tenor, que cantaba sin atril, se perdió por tres veces en el “Stehe still!” de los “Wesendonk Lieder”. Un espectador, ni corto ni perezoso, se acercó al escenario y le ofreció una partitura de bolsillo al cantante ante la sorpresa de todos.
Pocos días después volvía a cantar en la misma sala acompañado de la Kammerorchester Wien-Berlin. Aquí la sorpresa fue otra: concedió propinas no sólo al final del concierto, cuyo mayor atractivo eran las “Canciones del camarada errante” de Mahler, sino también al acabar la primera parte. En esa “Morgen” y “Zueignung” de Strauss y al final “Täume” de Wagner.
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