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Por Publicado el: 24/04/2007Categorías: Crítica

Kozená, sobrevaloración mediática

XIII Ciclo de Lied
Kozená, sobrevaloración mediática
Obras de Kozeluh, Tomasek, Rösler, Novák, Janacek, Schumann y Bartok. Magdalena Kozená, mezzosoprano y Malcolm Martineau, piano. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 23 de abril.
Magdalena Kozená (Brno, Checoslovaquia, 1973) es una de las mezzos con mayor renombre de la actualidad, sintiendo predilección por ella directores aparentemente tan exigentes como Simon Rattle, John Eliot Gardiner, Marc Minkowski o Nikolaus Harnoncourt. Canceló su presentación el pasado febrero y ahora la Zarzuela ha retomado la cita.
El programa poseía el atractivo de un repertorio mayoritariamente proveniente del entorno checo y bohemio, al que se habían añadido algunas canciones de Schumann. Siempre es de agradecer una salida de un repertorio que empieza a ser demasiado reiterativo, aunque no fuera el mozartiano o bachiano con los que el público la identifica más.
Kozeluh, Tomasek, Rösler, Novák son compositores prácticamente desconocidos para la mayoría y la calidad de sus canciones se resintió cuando llegó el bloque de Janacek, de mucha mayor enjundia. Resulta también curiosa la comparación entre el “Per pietà, bell’idol mio” del primero de ellos y la más justificadamente popular canción de Bellini. Tras siete lieder escritos por Schumann allá por la época de su boda con Clara Wieck, algunos más conocidos que otros, terminó la parte oficial del recital con las “Escenas campesinas” de Bartok, piezas de fuerte contenido rítmico y una cierta influencia de Stravinsky, pero tampoco lejanas a sus conciertos para piano.
Kozená se presentó enfundada en un vestido dorado, pero se cumplió aquel refrán “no es oro todo lo que reluce”. Casi estática en la escena, mostró una voz en el límite entre soprano y mezzo, prácticamente lo que con cierta maldad se viene a calificar como una “soprano sin agudos” y es que el registro grave carece de consistencia. Aunque intentó poner calor a sus interpretaciones no pudo evitar una afectación próxima a la cursilería. Fue aplaudida, incluso ovacionada, pero el nombre influyó sin duda en ello porque, a tenor de la actuación en esta tarde, estamos ante una artista mediaticamente sobrevalorada, a lo que no resulta ajeno el hecho de ser pareja de Simon Rattle. La acompañó con clase Malcolm Martineau. Gonzalo Alonso

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