Krzysztof Warlikowski: “Las expectativas tradicionales del público son una prisión de la que hay que escapar”
Krzysztof Warlikowski: “Las expectativas tradicionales del público son una prisión de la que hay que escapar”
El director de escena polaco será responsable de una de las dos producciones líricas del Festival de Salzburgo, Elektra de Strauss
Krzysztof Warlikowski se encuentra en Salzburgo ultimando los detalles para su producción de Elektra, que abrirá la edición del centenario el próximo 1 de agosto. Sus montajes, que suelen tener a la audiencia y crítica divididas por la fuerza de sus propuestas, enfatizan la psicología de los personajes y su resonancia en el momento actual.
Para su producción en Salzburgo, Warlikowski comenzará con un prólogo hablado de Clitemnestra con el que captar la atención del auditorio sobre los motivos que le condujeron a matar a su marido. “En ningún momento de la ópera Clitemnestra tiene la oportunidad de confesar: ‘Si, maté a tu padre, porque él mató a nuestra hija, a tu hermana”, indica Warlikowski. Tanja Ariane Baumgartner, que encarnará este papel, incide en que con esta discurso el personaje tiene la opción de defenderse: “Nunca caemos en clichés con Warlikowski”.
En 1997 dirigió el montaje de Electra de Sófocles en el que recreaba la Yugoslavia en guerra. En 2006, para su debut en la Ópera de París, dirigiró ‘Iphigénie en Tauride’, la ópera sobre el asesinato de la hermana de Electra. Tres años más tarde, volvió a retomar la mitología griego con su trabajo (A)pollinia, un collage de fragmentos de tragedias clásicas con las que reflejó el asesinato de judíos en Polonia durante los tiempos de la Segunda Guerra Mundial: “En aquel momento nadie en Polonia hablaba sobre ellos, así que mis espectáculos llevaban la discusión a la escena pública”.
Para el director, esto es clave: “El peor público es aquel que no tiene nada que hacer y se dedica a perseguir a las grandes estrellas como Anna Netrebko o Jonas Kaufmann solo porque pueden permitírselo. Para mí eso no es la audiencia real. Gente así”, continua, “los que esperan que en una puesta en escena de Aida haya pirámides, son lo que convierten el arte en una prisión. Y si estás en una prisión hay que encontrar la manera de salir para ser libre”.
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