Kunde en su edad de oro: de Rossini al verismo
Ha recogido un premio en Oviedo al tiempo que prepara «Las troyanas» para La Scala
C. D. Carrón – La Razón. 31/03/2014
Se ha convertido en una autoridad del belcanto gracias a treinta años de gloriosas intervenciones en las ópera de Rossini, corno Arnold en el «Guillemio Tell», Rodrigo en «La donna del lago» o Pirro en «Ermione», pero también en «Los pescadores de perlas», «La Favorita», «I Puritani», «Fausto» y «Romeo y Julieta», de Gounod, pero especialmente en el «Otello» rossiniano. Ha disfrutado y participado de lleno en el renacer del compositor de Pésaro tras una era un tanto desterrado, y es que según él mismo apunta, poder ejercitar la coloratura es fundamental para un cantante que tiene facultades: «Si puedes cantar Rossini, puedes cantar Mozart. Al revés no funciona». Ahora, su camino se abre hacia Verdi; en los próximo meses podremos verle en «Il trovatore» en la Fenice, en «La forza del destino», en Turín, y en «Luisa Mille» en Lieja. Pero, de momento empieza a defenderse en el «Otello» verdiano, por cuya participación en Valencia acaba de recibir e premio Campoamor como mejor cantante masculino de la pasada temporada lírica en España. Un papel que exige a un verdadero tenor verdiano que pueda mantenerte legato suave y tener la técnica suficiente como para mantenerse bien durante toda la partitura para alcanzar el potente final.
Los críticos se deshicieron en elogios, hasta el punto de admitir que, recién cumplidos los 60 años, está viviendo su edad dorada: «Me parece un gran cumplido y puede que sea así, es cierto que me siento muy seguro en el bel canto y ahora estoy abriéndome a Verdi y al verismo», contesta aún emocionado por el galardón, un premio que considera «muy prestigioso» y que le hace especial ilusión por los «diez años de relación que mantengo con Oviedo».
Esta interpretación, especialmente su «cremoso» registro central, le valió comparaciones con el joven Plácido Domingo: «Para mí es un honor, porque quizá no ha sido el cantante con mejor voz pero, desde luego, su evolución es admirable y tiene una capacidad dramática para el desarrollo de los personajes que le convierten en uno de los grandes de la historia», admite el tenor americano, nacido en Illinois, donde se formó vocalmente, pero que ahora pasa buena parte de su tiempo en Europa. Su voz ha caminado hacia «un verdadero bari-tenor», «es algo a lo que me ha ayudado mucho la técnica: cuando canto los Rossini serios me encuentro muy cómodo en ese registro central; ahora mi voz ha evolucionado hacia algo más “spinto”, lo que me ofrece la posibilidad de abordar todo este nuevo repertorio».
En La Scala con Flórez
Sabe que en el repertorio del que viene la otra gran referencia es Juan Diego Flórez, aunque más que competencia («mi voz ya no es tan ligera aunque aún puede abordar las notas que exigen estos compositores») leve como un complemento perfecto: «Nuestras voces son tan diferentes que nos han permitido compartir varias veces escenario, como por ejemplo en Pésaro, y volveremos a hacerlo la próxima temporada en La Scala con “Otello” (donde está a punto de estrenar “las troyanas” de Berlioz), me parece un “partenaire” perfecto». Ha tenido la oportunidad de vivir este personaje desde el punto de vista de Rossini y el de Verdi: «El personaje es el mismo y ya estaba en Shakespeare; está claro que en el caso de Rossini hay más coloraturas y el de Verdi es más romántico, pero no hay tantas diferencias. Por ejemplo, el primer dueto con Desdémona es bel canto puro y duro».
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