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ROMANTICISMO ANGLO-ESPAÑOL
Por Publicado el: 06/03/2008Categorías: Crítica

La abuelita Vanoni

Ellas crean
La abuelita Vanoni
Ornella Vanoni y conjunto musical. Auditorio Nacional. Madrid, 5 de marzo.
Ellas eran cuatro en la Italia de los años sesenta: Mina, Milva, Iva Zanicchi y Ornella Vanoni. Cantaban muchas, pero ellas eran las cuatro grandes. El tiempo, que no perdona, les ha perdonado a ellas. Zanicchi volvió a participar hace un par de años en el Festival de San Remo con un tango, Milva sigue cantando Brecht y hace poco la vimos en el Teatro Español madrileño, Mina se encarama cada año y medio al primer puesto de ventas con su nuevo disco de turno aunque nadie la vea en persona y Ornella Vanoni sigue también en la brecha.
La clase y la voz son siempre cuestiones primordiales y Ornella conserva ambas, mostrándolas en un espectáculo que poco o nada tiene que ver con los que hoy día presentan las famosas de turno. Más de una hora continuamente sobre el escenario, con apenas un par de vestidos y de lo más simples, descalza en buena parte del tiempo… Así desgranó alguno de sus éxitos: “”Senza paura” de Vinicius, bastantes aires brasileños y, naturalmente, algunos clásicos italianos, bien popularizados por ella, bien por terceros. Entre los primeros “Una racione di piú”, “Domani è un altro giorno”, etc y, entre los segundos, “Ho capito che ti amo” de Tenco o “Canzone per te” de Endrigo. Fueron éstas en las que la Vanoni de setenta y cuatro años espléndidos igualó a aquella de treinta, conocida como la “cantante de la mala vida”. No crean que porque fuese sus costumbres, sino por un repertorio que hablaba de la gente problemática o con problemas. Echamos de menos “Tristezza”, “L’appuntamento” o los Modugnos, pero el tiempo no daba para más.
Los fallos de organización de un ciclo presidido por Rodríguez Zapatero y Fernández de la Vega impidieron que se conociese la existencia del espectáculo y el partido Roma-Real Madrid dio la puntilla para que el público no llenase la sala ni de lejos. Pero fue un público entusiasta que se entregó y no paró de aplaudir, consiguiendo hasta unas estrofas de “Cielito lindo” de una artista emocionada y sincera, que dijo al final “A la altura de nuestras vidas, estamos para hacer sólo lo que nos gusta, para disfrutar y para reírnos, sobre todo de nosotros mismos”. Todo lo logró durante el recital, hasta cuando casi presumió de que su estilista le había colgado el teléfono por no usar ya una talla 42, sino una 44. Impartió una lección en todos los sentidos. Una gran señora. Gonzalo ALONSO

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