La Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid en apuros
La Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid en apuros
Apenas en septiembre del pasado año felicitaba desde aquí a los Amigos de la Ópera de Madrid por sus bodas de oro. Nuestro refranero es tan rico como certero y, una vez más, está por cumplirse un dicho: “días de mucho, vísperas de poco”. La Asociación enviaba una circular el pasado 14 de abril en la que daba a conocer sus conversaciones con el Teatro Real y los desacuerdos existentes que, al parecer, no son pocos. Algo ya se podía intuir cuando en el libro que se publicó para las citadas bodas de oro no aparecía ningún artículo, entre las muchas enhorabuenas, firmado por el presidente de su patronato.
En las alturas del teatro ha existido en varias etapas la tentación de absorber la Asociación con el fin de controlar a sus socios y también de recoger sus dineros. Fue intención de Elena Salgado y parece serlo ahora de su director general. El teatro cuenta con un círculo bautizado como “Amigos del Real” al que desearía incorporar los “Amigos de la Ópera”. La citada circular expresa los términos: en una primera fase la inclusión de estos en aquellos, realizando una aportación económica con cargo a las cuotas ya satisfechas por los miembros de los “Amigos de la Ópera”. Durante esta fase el Real facilitaría sus instalaciones para la realización de algunas de las actividades de la Asociación, con el fin de que ésta cerrase las suyas para, en una segunda fase (2015), llegar a su completa extinción. En dos palabras: el Real fagocitaría a los actuales “Amigos de la Ópera de Madrid”.
La Asociación puso todo su empeño en ayudar al Real en sus comienzos, haciéndose cargo altruistamente de la visitas guiadas u organizando unos espléndidos ciclos de conferencias. Había a cambio, eso sí, una contraprestación: un trato especial en la adquisición de abonos. Sin embargo el actual Real ha ido poco a poco asfixiando a la Asociación, desde la clausura de aquellas conferencias a la eliminación en ciernes de los tratos especiales. Se puede comprender que el Real intente arañar todo lo que se pueda, máxime en estos tiempos en que las empresas encuentran poca justificación para patrocinar las artes al tiempo que presentan expedientes de regulación de empleo. De hecho ha logrado algo que demuestra el excelente trabajo de cuantos trabajan en patrocinios: acaparar la casi totalidad de los fondos que las empresas dedican a la música. Pero también hay que comprender que la Asociación desee seguir viviendo, tal y como ha quedado claro en su última junta general, y cumpliendo unos objetivos que superan con mucho los de los “Amigos del Teatro Real”. Desde luego quienes, desde las administraciones públicas, la felicitaban tan cariñosamente hace unos meses no pueden quedarse de brazos cruzados ante la pretendida fagocitación. Gonzalo Alonso
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