La Biondina Veneciana
LA BIONDINA VENECIANA
Andreas Scholl
Cantatas, sonatas y canciones italianas. Stefano Montanari, violín; Tiziano Bagnati, laúd; Marco Frezzato, violonchelo; Tamar Halperin, clave. Andreas Scholl, contratenor. Teatro Real, Madrid. 22-4-2016. Las voces del Real.
“La biondina” es una canción popular italiana, anónima, una típica “canzone di battello”. En compás ternario deja oír una graciosa y balanceante melodía, que está en los labios de muchos venecianos. Fue esta la pieza más celebrada de una larga sesión en la que se tocaron y cantaron otras dos páginas sin dueño, “L’occasion delle mei pene” y “La farfalle”. Está “rubita” hizo reaccionar al público, que aplaudió la exquisita y no por ello menos callejera interpretación, en la que violín y chelo rivalizaron en número de variaciones del tema principal. Hasta el punto de que, ante la demanda de un bis, volvieron sobre ella, ornamentándola muy ricamente de otra manera.
Previamente había habido motivos para el disfrute, pese a lo cansino de la “Sonata para chelo op. 1 nº 7” de Lanzetti y a la un tanto alicaída recreación de la “Sonata en trío RV 82” de Vivaldi. El violín de Montanari sonaba bien, pero poco, aunque las agilidades y los ataques estaban en estilo. Sólido el chelo de Frezzato, discreto el laúd de Bagnati y cumplidor el clave de la gentil Halperin, esposa del protagonista vocal, Andreas Scholl, que evidenció su siempre acreditada musicalidad, su técnica y su fiato, con descensos pasajeros a un bien apoyado registro modal. El timbre es de mezzosoprano, no de los más bellos, la emisión algo “cupa”, con algunas notas demasiado fijas, pero con las agilidades bien controladas.
Apuntó alguna “messa di voce” –efecto de crecer y apianar de manera ligada-, expuso con su habitual y excelente línea de canto, especialmente apreciable en los recitativos y arias de las cantatas “Sento la che ristretto” de Haendel y “Vaghe luci” de Caldara y, dentro de su severidad germana, apuntó rasgos de humor en las música populares. Sin la densidad vocal de Cencic, la elegancia y los claroscuros de Mena, el virtuosismo de Fagioli o la vitalidad de Jaroussky, estos dos últimos de timbres bastante más claros, Scholl mantiene su prestancia y solidez musical. Arturo Reverter
Discrepo, no poco, con el Sr. Reverter. El concierto fue prácticamente un timo, la mitad del programa fue meramente instrumental, con un cello al que no deberían haberle dejado tocar, un laud inexistente, una clavecinista soberbia a la que no dejaron lucirse, y un violinista-showman (parecen estar de moda) que daba más espectáculo que otra cosa.
Scholl defraudó, eligió un programa simplón, donde directamente no existían momentos que le permitieran lucirse. Un registro super reducido (en las piezas), donde sólo pudo hacer 3 graves mínimamente reseñables y un par de coloraturas en la “farfalle” imitando el revoloteo de la mariposa.
Pese a esta simpleza de programa, Scholl se resistió a hacer un bis, y ante la incesante petición del público, que esperaba algún número con algo más de arriesgo, optó por repetir “La biondina”, de la cual ni tenía la partitura, solamente el texto para recordar las variaciones de cada vuelta, silbándola. Al Sr. Reverter le parecerá eso “ornamentándola muy ricamente”, a mi me parece un timo.
Yo no he pagado por escuchar al señor Scholl cantando tal simpleza se programa (se habría lucido más cantando “El patio de mi casa”), y menos aun para escucharle silbar (copiando la grabación de Vincenzo Capezzuto, todo sea dicho).