La Bohème: cuando la emoción va del escenario al foso
LA BOHÈME (G. PUCCINI)
Covent Garden de Londres. 15 Julio 2014.
Éste era el reparto estelar de La Bohème, al contar con la presencia de Angela Gheorghiu y Vittorio Grigolo en los personajes principales. El resultado ha sido un éxito, que ha ido más allá de la pura parte vocal.
Angela Gheorghiu
Nada nuevo hay que añadir a lo escrito hace tres días de la más que veterana producción de John Copley.
Al seguir la dirección musical encomendada a Cornelius Meister, se podría pensar que tampoco habría nada nuevo que decir y, sin embargo, no ha sido así. La lectura del alemán ha sido mucho mejor que la de hace unos días en el reparto alternativo. Hoy la emoción ha estado presente, especialmente en los dos últimos actos. Pareciera que había auténticos vasos comunicantes de emoción entre escenario y foso, lo que, por otro lado, tampoco es tan sorprendente. El caso es que de una dirección poco más que rutinaria hace tres días hemos pasado a otra cargada de emoción. Hay que llamar la atención al hecho de los tiempos han sido menos vivos que en la anterior ocasión, debido, sin duda, a la presencia de los nuevos protagonistas. Esta ralentización de los tiempos ha sido clave para el éxito musical. Aquí reside una de las grandezas de la ópera. No hay dos funciones iguales, para bien o para mal.
El reparto estelar programado era sobre el papel muy superior al anterior y el resultado no ha decepcionado. Hemos asistido a una emocionante Bohème, cantada e interpretada de manera más que notable.
La nueva Mimí era diva rumana Angela Gheorghiu. Si al referirme a Joyce DiDonato en Maria Stuarda hablaba de una diva en el sentido más noble de la palabra, en el caso de la Gheorghiu habría que invertir los términos, ya que la supuesta diva no lo es sino artificialmente, a base de poses, escándalos y cancelaciones injustificadas. Todo ello no me predispone favorablemente en sus actuaciones, pero tengo que reconocer que en esta ocasión su Mimí ha merecido la pena, aunque hubiera también algunas sombras en su interpretación.
La Mimí de Angela Gheorghiu estuvo cargada de emotividad y vulnerabilidad, haciendo un personaje totalmente convincente, con una voz de timbre muy bello y muy adecuada para el personaje de la modistilla. Hubo momentos sueltos impactantes, con frases inolvidables, entre las que destacaré ti saró vicina del primer acto y addio senza rancor que cierra la bellísima aria donde lieta uscí. A esto habría que añadir un muy buen cuarto acto. También hubo algunas sombras en su actuación. Por un lado el raconto Mi chiamano Mimí pasó sin pena ni gloria. Por otro lado, la voz es algunas tallas más reducida que lo deseable, aunque me asalta la duda de si es ella la que canta con sordina. El caso es que no era fácil escucharla siempre, especialmente en las notas bajas, que son casi inexistentes. Evidentemente, con sus luces y sombras su Mimí tuvo emoción, ingrediente imprescindible en esta ópera.
Angela Gheorghiu y Vittorio Grigolo
Rodolfo era el tenor italiano Vittorio Grigolo, que nos ofreció una de sus interpretaciones más convincentes que le puedo recordar. La voz ofrece un timbre bellísimo con una emisión de auténtico manual. No le falta volumen para pasar la orquesta y ofreció acentos y matices dignos de un gran Rodolfo. Creo que en el verismo es donde encuentra su mejor campo de actuación este cantante, ya que sus excesos escénicos casan mal en otros géneros. Canto con brillantez che gelida manina, no teniendo problemas en terminar el dúo del primer acto en un intachable agudo, más brillante y controlado que el de su compañera de reparto, que aquí bordeó el grito. Grigolo es uno de los mejores Rodolfos de la actualidad.
El barítono italiano Massimo Cavalletti hizo un buen Marcello, claramente superior al que ofreciera Markus Werba en el otro reparto. La voz es bella y amplia, con el inconveniente de que las notas altas se quedaban atrás, especialmente en el primer acto, mejorando en este sentido en la continuación.
Irina Lungu fue una notable Musetta, tanto vocal como escénicamente. Brillante actriz, ofreció una notable interpretación del famoso vals, cantando con mucha chispa el final del tercer acto y con emotividad el acto final.
Gabor Bretz fue un buen Colline, cantando con gusto vecchia zimarra. La voz tiene calidad, respondiendo a las características de un bajo-barítono. Finalmente, Lauri Vasar fue un poco convincente Schaunard en el primer acto, mejorando notablemente en el último.
El Covent Garden agotó nuevamente el papel. El público se mostró entusiasta a escena abierta, dedicando en este caso ovaciones tanto al aria de Mimí en el tercer acto como a la de Colline en el cuarto. La acogida final fue triunfal, especialmente para Gheorghiu y Grigolo. En este caso también Cornelius Meister recibió su ración de bravos.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso, al aparecer una persona de la organización anunciándonos que la representación se retransmitía en directo en el Reino Unido, incluyendo pantalla gigante en Trafalgar Square. La duración total de la representación fue de 2 horas y 43 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 1 hora y 48 minutos, es decir 4 minutos más que la del reparto anterior. Seis minutos de aplausos entusiastas.
El precio de la localidad más cara era de 250 euros, mientras que la más barata con visibilidad plena costaba 32 euros. José M. Irurzun
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