Recomendación semanal: La excelencia como pretexto
La excelencia como pretexto
Esta semana (entre el lunes 1 y el jueves 4: recuérdese que en esta sección contamos como semana de viernes a jueves) Ibermúsica nos regala sendos conciertos con orquestas extranjeras de prestigio y calidad reconocidos, el extraordinario conjunto del Concertgebouw de Amsterdam y la pujante National Symphony Orchestra , de Washington D.C. La primera (concierto del lunes), con Semyon Bichkov en el podio; la segunda –jueves 4, y que repite el viernes 5- con la batuta de Chirstoph Eschenbach.
Las calidades a que nos tiene acostumbrados el veterano ciclo se prolonga una y otra vez en cada nueva propuesta. Así, para el Concierto de la Concertgebouw tendremos a un maestro que ha hecho ya una muy notable carrera. Él empezó en Leningrado (entonces, hoy de nuevo San Petersburgo; este año cumplirá 64), pero en realidad se prodigó muy pronto en Occidente bajo el manto discográfico del sello Philips, que apostó por él incondicionalmente, todo sea dicho con el mismo ardor con que lo hizo con otros artistas del otro lado del telón de acero. Sus primeras grabaciones fueron algo decepcionantes, pero al cabo del tiempo su proceso de maduración ha sido espectacular, hasta convertirse en el soberbio director de orquesta que es hoy. El programa que propone para esta ocasión no puede ser más comprometido: la flor y la nata del romanticismo centroeuropeo, desde el granítico y modernísimo quinto concierto pianístico de Beethoven hasta el sublime poema sinfónico de Richard Strauss Una vida de héroe. La historia de las interpretaciones de ambas piezas confirma tal compromiso: las verdaderamente grandes versiones de ambas en disco se pueden contar con los dedos de una sola mano. Para el Emperador se ha escogido a un muy interesante solista, el pianista francés Jean-Yves Thibaudet. De sus logros hay que destacar sobre todo el piano del área francesa, incluido un enorme César Franck, pero es también muy resaltable su Rachmaninov, y una faceta que le distingue bastante de sus colegas: su Bill Evans es paradigmático, y sus incursiones en Ellington, prodigiosas. ¿Y Beethoven? No tengo referencias, pero su sensibilidad no parece la más cercana. El asunto aporta más morbo. En cuanto al Strauss de Bychkov, me encantó la Elektra que hizo en el Real hace algunas temporadas, lo que da pistas; espero bastante de esta Vida de héroe.
A Eschenbach lo escuchamos con bastante frecuencia en los conciertos de abono de la ONE, y raramente nos decepciona. La última vez, hace muy poco, en una magnífica versión de concierto de El holandés errante. Viene ahora a hacer dos conciertos en los que incluye bastante música alemana, pero también una rareza: Phaeton para gran orquesta del compositor norteamericano Christopher Rouse, un hombre de sesentaitantos años, compositor residente de la Filarmónica de Nueva York, cuya adscripción a la música de hoy no debe de asustar a nadie, pues se mueve en una cierta órbita digamos clásica. El concierto del jueves, con la obra de Rouse, Eschenbach hará la Inacaba de Schubert y la Primera de Brahms; programa más popular, imposible. En el del día siguiente actuará el joven violonchelista alemán Daniel Müller-Schott, en una pieza clave del repertorio cellístico, el concierto de Dvorak. No es la primera vez que Müller-Schott se enfrenta a este Everest del instrumento, y hay que decir que con bastante desparpajo. Supongo que irá madurando el concepto, sobre todo en matices. Espero con muchas ganas su interpretación. Eschenbach completará la velada con la Obertura de Tannhäuser (inicialmente estaba programada la de Der Freischütz; ¿alguna vez se darán cuenta los artistas de los problemas que causan a los organizadores cuando cambian una obra a última hora?) y la versión orquestal de Schoenberg del Cuarteto en Sol menor de Brahms, con la que el creador del dodecafonismo da un puñetazo en la mesa dedicado a la musicología oficial que tilda a Brahms de conservador.
En fin, una vez más Ibermúsica se sitúa en la punta de lanza de aquellos aficionados que buscan la excelencia. Que no falte. Pedro González Mira
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