La Fenice reabierta
Por fin se reabrió con una ópera el Teatro La Fenice, devorado por las llamas un 29 de enero de 1996, casi al mismo tiempo que el Liceo de Barcelona. En uno fue legalmente un soplete la causa, en el otro una subcontrata eléctrica que provocó las llamas porque no podía entregar a tiempo las obras de reestructuración y el retraso significaba afrontar una multa cuantiosa.
Se había previsto 1998 como el año de la reapertura, pero las obras sufrieron muchos retrasos. Hubo problemas con el concurso de adjudicación, que fue recurrido ya que las bases estaban mal redactadas -por ejemplo, no incluían las oficinas- con lo que hubo quien, no habiendo salido afortunado en el concurso de rehabilitación, presentó recurso y paralizó las obras. El teatro se levantó gracias a una aportación pública reconocida de 90 millones de euros más el apoyo de la sociedad civil. El alcalde de la ciudad, Paolo Costa, ha nombrado a su intendente, Gianpaolo Vianello, siendo su director artístico Segio Segalini y el musical Marcello Viotti.
El teatro, inaugurado en 1792 con “I Giuochi d’Agrigento” de Pepoli y sede de estrenos como los Rossinis “Tancredi” y “Semiramide”; los Bellinis “Capuleti e Montecchi” y “Beatrice di Tenda”; los Donizettis “Belisario”, “Pia de’ Tolomei” y “Maria di Rudenz”; los Verdis “Ernani”, “Attila”, “Rigoletto”, “Traviata” y “Simon Boccanegra”, etc. fue reinaugurado en diciembre de 2003 con un concierto dirigido por Ricardo Muti. Mientras, en la calle, un millar de bomberos intentaban tomar La Fenice para reivindicar mejores condiciones salariales al presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi. Eran los mismos que sofocaron las llamas en 1996.
El pasado 12 de noviembre se abrió como teatro de ópera con “Traviata”, con su maquinaria aparentemente a punto y con una temporada por delante en la que no hay grandes nombres, pero en cuyo mes de diciembre se presentarán Ana María Sánchez y María José Montiel en “El rey de Lahore” de Massenet. Beilla demasiado, huele a pintura y hay menos terciopelos, pero mantiene el aspecto neoclásico de una bombonera llena de angelotes y querubines. ¡Y es el único teatro al que se puede llegar en góndola!
Gonzalo ALONSO
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