“La flauta mágica” en el Real: 2º reparto
Brillante producción y deficiente reparto vocal
DIE ZAUBERFLÖTE (W. A. MOZART)
Teatro Real de Madrid. 25 Enero 2016.
Estas notas corresponden al segundo de los repartos programados por el Teatro Real, que habrá que considerarlo como reparto alternativo, toda vez que los precios para ambos repartos son los mismos. Estas representaciones de Die Zauberflöte tienen como fundamental centro de interés una originalísima producción escénica, contando con una buena lectura musical, mientras que el reparto vocal deja mucho que desear.
Llega a Madrid la alabada producción escénica de Suzanne Andrade y Barrie Kosky, que se estrenara en la Komische Oper de Berlín en el año 2012. Desde entonces casi se puede decir que ha estado de gira constante, ya que se ha podido ver en Los Ángeles, Minnesota, Mannheim, Dusseldorf y Duisburg, habiéndose presentado también en el pasado Festival de Edimburgo. Es justo señalar que todas sus visitas a las ciudades señaladas (algunas en varias ocasiones) se han saldado con un importante éxito, lo que ha ocurrido también ahora en Madrid.
La producción está llena de imaginación, ofreciendo la ópera como si de una película de cine mudo se tratara, donde el sonoro no existe sino a la hora de cantar, siendo sustituidos los diálogos por resúmenes escritos proyectados en una pantalla. La realización de la escenografía es obra de Esther Bialas, aunque podemos decir que la escenografía es inexistente, ya que no consiste sino en un telón de madera liso situado en la boca del escenario, donde se proyectan las imágenes y donde se colocan los cantantes en peanas abiertas a distintas alturas. El vestuario se debe a la misma Esther
Bialas y en él destaca la caracterización de Papageno, en una recreación de Buster Keaton, y de Monostatos, representando a Nosferatu.
Como digo más arriba, la producción es un auténtico homenaje al cine mudo con proyecciones constantes de originalísimos dibujos animados, que complementan la actuación de los cantantes, o más bien habría que decir que son estos los que complementan con su actuación el constante bombardeo de imágenes. Las mencionadas proyecciones llevan la firma de Paul Barritt y son un auténtico hallazgo, algunas verdaderamente espectaculares, entre las que destacaría la entrada de Monostatos en escena, tirando o más bien arrastrado por sus perros. La verdad es que hay que descubrirse ante el trabajo de animación y la belleza de las imágenes.
La dirección de escena pasa prácticamente a segundo plano, por no decir que casi no existe, ya que los artistas no hacen sino acompañar – casi siempre en forma estática – a las imágenes. La complementariedad de artistas e imágenes funciona perfectamente bien, con la excepción de las imágenes de las piernas de Papageno y Monostatos, que no alcanzan la perfección del resto de las imágenes ofrecidas.
Al frente de la dirección musical estuvo Ivor Bolton, actual director musical del Teatro Real y consumado especialista en el clasicismo, como lo ha demostrado tantas veces. Aquí Ivor Bolton se encuentra mucho más en su elemento que en otras óperas que ha dirigido en este mismo teatro y su lectura tuvo un buen nivel ya desde la obertura. A sus órdenes ofreció una buena prestación la Orquesta del Teatro Real, mientras que el Coro del Teatro Real me quedó por debajo de otras ocasiones.
Si la producción escénica es excepcional por su originalidad y brillantez y la lectura musical ha ofrecido un buen nivel, no podré decir lo mismo del reparto vocal, que ha dejado mucho que desear. Un reparto impropio de un teatro de primera línea, teniendo que señalar que todos los cantantes contaron con la ventaja añadida de hacerlo en la parte delantera del escenario. En una representación normal, las carencias vocales habrían sido mayores. .
El tenor Norman Reinhardt fue un adecuado Tamino, aunque no resulte especialmente brillante. Su aria de entrada pasó sin pena ni gloria.
La soprano española, residente en Berlín, Silvia Schwartz fue una más bien modesta Pamina. Ella es una soprano ligera y para mi gusto Pamina requiere algo más que eso. Cuenta además con sonidos un tanto estridentes en las nota altas.
Gabriel Bermúdez fue un intachable Papageno o Buster Keaton en escena, sin mayor relieve vocal. Su voz es más bien reducida, lo que pasó casi inadvertido en esta ocasión por motivos de la ubicación de los artistas en escena.
La soprano americana Kathryn Lewek fue una decepcionante Reina de la Noche. La voz es muy reducida en el centro, quedando comprometida en la parte alta de sus arias, con sonidos estridentes y afinación dudosa.
El Sarastro del bajo Rafal Siwek es simplemente un error de reparto. No se puede ofrecer un Sarastro que no tiene más que volumen vocal. No hay el más mínimo atisbo de nobleza en su canto. Lo mismo se puede decir de su Orador, que fue particularmente basto. Puede ser un adecuado Wurm, el malvado de Luisa Miller, pero nunca un noble Sarastro.
Lo mejor del reparto fue para mi el canto y la actuación de Mikeldi Atxalandabaso en la parte de Monostatos. En estos personajes a medio camino entre los protagonistas y los simples comprimarios el tenor vasco es una auténtica garantía de profesionalidad y calidad.
Deficiente la Papagena de Ruth Rosique. Puede resultar difícil de creer, ya que es difícil que una Papagena no esté bien. Ella lo hizo bien en escena, pero vocalmente dejó mucho que desear.
Las Damas de la Reina de Noche tampoco fueron un dechado de virtudes, especialmente en lo que respecta a la estridente Elena Copons, quedando mejor Gemma Coma-Alabert y Nadine Weissmann.
Los tres genios pertenecían a los Pequeños Cantores de la ORCAM y tengo que decir que eché en falta a los Tölzer Knabenchor, que siempre lo bordan.
Finalmente los Hombres Armados fueron interpretados por Airam Hernández y David Sánchez.
El Teatro Real agotó las localidades. Pocas veces se puede ofrecer una ópera en la que los jovencitos puedan disfrutar como en esta Flauta Mágica. Dados los precios practicados, es evidente que no iba a haber niños en el Teatro Real. El público se mostró bastante comedido en sus reacciones a escena abierta, dedicando una cálida acogida los artistas en los saludos finales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 35 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 7 minutos, más corta de lo habitual, debido al corte de los diálogos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 214 euros, habiendo butacas de platea al precio de 204 euros. La localidad más barata costaba 35 euros. José M. Irurzun
Fotos: Javier del Real
Estimado Sr Irurzun:
En 2019 repiten esta producción en el Teatro Real. Estoy muy interesado en llevar a mis hijos (11,9,5 años actualmente; 11, 10, 6 en las fechas de representación)
¿considera adecuada la producción para el pequeño de 6? (¡no quiero que su primera ópera le deje mala impresión!)
Muchísimas gracias
Gracias por su comentario. Hemos enviado recado al Sr. Irurzun para que le conteste
Saludos
Respuesta:
No lo tengo nada claro. Es la producción que ya se vio hace unos años en el Real. Personajes estáticos representando escenas de cine mudo. Puede gustar más a mayores que a pequeños. No lo sé.
Su duda dice mucho…
!Muchas gracias¡