La flauta mágica: Un buen espectáculo con modestia vocal
Un buen espectáculo con modestia vocal
DIE ZAUBERFLÖTE (W.A.MOZART)
Liceu de Barcelona. 26 Julio 2016.
El Liceu termina su temporada de ópera con estas representaciones de La Flauta Mágica, siendo llamativo el hecho de que es también el título con el que abre la temporada próxima. Tanto en un caso como en otro se trata de la conocida producción de Barrie Kosky, procedente de la Komische Oper de Berlín, que perfectamente se podía haber ofrecido como visita de dicho teatro de ópera, ya que también el director musical y casi todos los cantantes forman parte de dicha compañía de ópera. La representación ha gustado, aunque no ha habido exceso de entusiasmo, lo que en gran parte es achacable a la modestia de las voces ofrecidas en el escenario.
Llega, pues, a Barcelona la alabada producción escénica de Suzanne Andrade y Barrie Kosky, que se estrenara en la Komische Oper de Berlín en el año 2012. Desde entonces casi se puede decir que ha estado de gira constante. Es justo señalar que todas sus visitas se han saldado con un importante éxito.
La producción está llena de imaginación, ofreciendo la ópera como si de una película de cine mudo se tratara, donde el sonoro no existe sino a la hora de cantar, siendo sustituidos los diálogos por resúmenes escritos proyectados en una pantalla. La realización de la escenografía es obra de Esther Bialas, aunque podemos decir que la escenografía es inexistente, ya que no consiste sino en un telón de madera liso situado en la boca del escenario, donde se proyectan las imágenes y donde se colocan los cantantes en peanas abiertas a distintas alturas. El vestuario se debe a la misma Esther Bialas y en él destaca la caracterización de Papageno, en una recreación de Buster Keaton, y de Monostatos, representando a Nosferatu.
Como digo más arriba, la producción es un auténtico homenaje al cine mudo con proyecciones constantes de originalísimos dibujos animados, que complementan la actuación de los cantantes, o más bien habría que decir que son estos los que complementan con su actuación el constante bombardeo de imágenes. Las mencionadas proyecciones llevan la firma de Paul Barritt y son un auténtico hallazgo, algunas verdaderamente espectaculares, entre las que destacaría la entrada de Monostatos en escena, tirando o más bien arrastrado por sus perros. La verdad es que hay que descubrirse ante el trabajo de animación y la belleza de las imágenes.
La dirección de escena pasa prácticamente a segundo plano, por no decir que casi no existe, ya que los artistas no hacen sino acompañar – casi siempre en forma estática – a las imágenes. La complementariedad de artistas e imágenes funciona perfectamente, con la excepción de las imágenes de las piernas de Papageno y Monostatos, que no alcanzan la perfección del resto de las imágenes ofrecidas.
La dirección musical corrió a cargo del húngaro Henrik Nanasi, que es el actual director musical de la Komische Oper de Berlín. Su dirección ha sido buena, mostrando gran dominio de la partitura. Estamos ante un director que está desarrollando una carrera notable, que le ha llevado a importantes teatros de ópera en el mundo durante los últimos años. Ha demostrado que hay buenas razones para ello. A sus órdenes la Orquesta Sinfónica del Liceu ofreció un sonido mejor que otras veces. Lo hizo bien también el Coro del Liceu.
El reparto vocal estaba formado prácticamente en su integridad por artistas de la Komische Oper de Berlín, que es la tercera compañía de ópera en importancia en Berlín, y que destaca fundamentalmente en los últimos años por ofrecer producciones brillantes e imaginativas. En cambio, los cantantes no son comparables a los que se pueden
escuchar en las otras dos compañías de ópera berlinesas, es decir la Deutsche Oper y la Staatsoper. El resultado del reparto ha estado en consonancia con la modestia a la que me acabo de referir.
Allan Clayton fue el Príncipe Tamino y es uno de los pocos que no forman parte de la Komische Oper, aunque ha cantado allí en algunas ocasiones. La voz es agradable, destacando su musicalidad, aunque no está muy sobrado de facultades, con algunas apreturas por arriba.
La soprano canadiense Maureen McKay forma parte de la compañía berlinesa y ha cantado el rol de Pamina en esta producción desde su estreno hace 4 años. Ofreció una voz atractiva y adecuada al personaje, cumpliendo perfectamente con su cometido.
El barítono alemán Dominik Köninger fue un Papageno bastante modesto en términos vocales y demasiado envarado en escena. La voz es demasiado clara y el actor deja un tanto que desear.
La soprano rusa Olga Pudova es una auténtica especialista en el personaje de la Reina de la Noche, que también la ha cantado en numerosas ocasiones en la Komische Oper. Lo mejor de su actuación fue superar las dificultades de la partitura, mostrando buena adecuación en la parte de agilidades, aunque a su voz le falta amplitud.
Quizá lo más adecuado vocalmente de todo el reparto fue Dimitry Ivaschenko, que doblaba como Sarastro y el Orador (éste en interno). La voz es amplia y pastosa y cantó con gusto, ofreciendo suficiencia en las notas bajas.
Julia Giebel cumplió con su cometido en Papagena, sin especial relieve. El Monostatos de Peter Renz pasó sin pena ni gloria.
Lo hicieron bien las Damas de la Reina de la Noche, interpretadas por Nina Bernsteiner, Karolina Gumos y Ezgi Kutlu.
El tenor Timothy Richards y el bajo Bogdan Talos lo hicieron bien como Hombres Armados y Sacerdotes.
Finalmente, los 3 Genios fueron interpretados por miembros de los Tölzer Knabenchor, siempre garantía en estos personajes.
El Liceu ofrecía una ocupación que superaría por poco el 90 % de su aforo. El público se mostró satisfecho con el resultado de la representación, ofreciendo una cálida recepción a los artistas en los saludos finales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 46 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 14 minutos, más corta de lo habitual, al suprimirse los diálogos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 265 euros. El precio de la butaca de platea más cara costaba 173 euros, habiendo también butacas desde 141 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 48 euros. Los precios tienen poco que ver con lo que se paga en la Komische Oper de Berlín. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
SEGUNDO REPARTO
Lo mejor es la producción de Barrie Kosky
DIE ZAUBERFLÖTE (W. A. MOZART)
Liceu de Barcelona. 27 Julio 2016.
Estas notas corresponden al que podríamos considerar segundo reparto en orden cronológico, aunque tanto uno como otro siguen basados en artistas de la Komisch Oper de Berlín. El resultado ha sido muy similar al de la noche anterior.
La producción de Suzanne Andrade y Barrie Kosky sigue siendo del agrado del público y basta escuchar sus reacciones durante la ópera para darse cuenta de ello.
Repetía también en la dirección musical Henrik Nanasi, cuya lectura ha vuelto a ser muy correcta.
El nuevo Tamino era el tenor australiano Adrian Strooper, que lleva varios años formando parte de la Komisch Oper. Su voz es más ligera y menos consistente que la de su colega en el primer reparto y no pasa de cumplir con su cometido.
La soprano rumana Adela Zaharia fue Pamina, que ha cantado ya en otras ocasiones en Berlín. Su voz es más importante que la de Maureen McKay y su canto es un tanto irregular. Hay momentos en que canta con gusto y otros en que resulta un tanto estridente en las notas altas. Tengo la impresión de que es un problema de relativa inmadurez, ya que no le pasa siempre.
El barítono noruego Tom Eric Lie es otro de los integrantes de la Komisch Oper y su Papageno ha resultado más conseguido en escena que el de su compañero el día anterior, aunque la voz tampoco tiene mucha importancia.
Lo mejor de la representación ha sido la actuación de la soprano griega Christina Poulitsi en la Reina de la Noche. La voz tiene algo más de cuerpo que la de Olga Pudova, resulta notable en coloratura y llega bien a las notas altas. Sin duda, una de las intérpretes más adecuadas hoy en día en el personaje.
Thorsten Grümbel fue un no más que correcto Sarastro. A la voz le falta pastosidad y tampoco es un intérprete destacable.
El tenor Ivan Tursic fue un Monostatos notablemente mejor que el del día anterior, Julia Giebel pasó nuevamente desapercibida como Papagena. Los Sacerdotes y Hombres Armados quedaron por debajo de los del día anterior. Eran el tenor Christoph Späth y el bajo Carsten Sabrowski. Las Damas de la Reina de la Noche lo hicieron de manera satisfactoria. Eran Mirka Wagner, Maria Fiselier y Helena Köhne. Por último los 3 Genios eran miembros del Tölzer Knabenchor y eran claramente inferiores a los del día anterior.
El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 85 % de su aforo. El público se mostró satisfecho con el resultado de la representación. En los saludos finales las mayores ovaciones fueron par Christina Poulitsi.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 45 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 14 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 286 euros. La butaca más cara de platea costaba 187 euros, habiendo también butacas desde 152 euros. La entrada más barata con visibilidad era de 52 euros. Si alguno de mis lectores ha llegado hasta aquí y quiere ver los precios del día anterior, podrá comprobar que los de esta representación eran algo más caros, aunque no era el considerado reparto titular. Cosas extrañas. Como dice Mimí: Il perché non so. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
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