Cima barroca del CNDM
CIMA BARROCA
Obras de Vivaldi y Handel. Ann Hallenberg, Vivica Genaux. Orquesta Barroca de Sevilla. Director: Diego Fasolis. Madrid, Auditorio Nacional. 21 de enero de 2018. CNDM, Universo Barroco.
Tanto Hallenberg como Genaux –sueca la una, norteamericana (de Alaska) la otra- son mezzosopranos líricas; pero de muy distinto carácter y formato. Aquella, de coloración más penumbrosa, posee un timbre igual, de toques y reflejos de cierta sensualidad, bañados en pasajeras resonancias guturales que no afean, a no ser en alguna nota aguda de metal un poco agresivo, la emisión y la articulación, siempre notable. Canta con elegancia y naturalidad (hasta donde el canto, que es un artificio, puede ser natural), liga y resuelve pasajes agudos y graves sin perder posición. Su coloratura se desarrolla sin altibajos.
Genaux maneja una voz más desigual, con un centro débil y delgado, con sonidos nasales y cavernosos, pero con agudos fulgurantes y zona inferior hábilmente ampliada con alguna nota no muy canónica. Se defiende magníficamente en los pasajes más enrevesados, en las extensas “roulades”, en las vocalizaciones más espinosas, en la piroctenia más complicada y engarza con soltura, con excelente técnica respiratoria, ristras de semicorcheas sin inmutarse, manejando un muy completo juego facial que gradúa distintas posiciones bucales. En todo caso, la cantante supo aportar refinamiento y delicadeza a un aria como “Mentri dormi” de “L’Olimpiade” de Vivaldi y, por supuesto, sacar auténticas chispas de “Alma opresa” de “La fida ninfa” del mismo autor, emulando, con sus florituras, sus saltos de octava, sus escalofriantes ornamentos a la creadora de la parte de Licori, la eximia Giovanna Gasparini .
No le fue a la zaga su compañera en este día, que, dentro del estilo “spianato”, bordó el aria “Scherza, infida” de “Ariodante” de Haendel, un papel escrito para el “castrato” Carestini, y, en lo tocante a la escritura “staccato”, bordó “Crude Furie” de “Serse” del mismo músico, con peligrosos descensos al sol grave. Cada una de las partes del concierto fue rematada por un dúo: en la primera “Son nata a lagrimar” de “Giulio Cesare” de Haendel; en la segunda, “In braccio di contenti” de “Gloria e Imeneo” de Vivaldi, a cual más excitante.
Ante el entusiasmo del respetable hubo dos bises: un aria de “Griselda” de Vivaldi por Genaux y la célebre “Lascia ch’io pianga” de Haendel –que nació en su temprana ópera “Almir”- por Hallenberg, que se ensimismó maravillosamente. Como lo hizo Fasolis, un director saltarín de manos y brazos movedizos y abarcadores, de gestos algo exagerados, pero conocedor del estilo, respetuoso con el caracoleo, minucioso en el dibujo, contrastado en las dinámicas, en todo momento pendiente de las dos cantantes y controlador de una Orquesta Barroca de Sevilla que pocas veces sonó tan conjuntada, empastada y ágil, con tanta calidad tímbrica, cualidades demostradas asimismo en las animadas interpretaciones de la obertura de “L’Olimpiade” y en el “Concierto para cuerdas en do mayor R114” de Vivaldi. Arturo Reverter
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