La lección de Arias Navarro
La lección de Arias Navarro
Corría el año 1978 y en el Club de la Herrería se organizaban campeonatos de mus. Carlos Arias Navarro había dejado la Presidencia del Gobierno dos años antes y se había apuntado con su esposa. Tenía un modesto apartamento frente al club, a cincuenta metros del mío. Me tocó jugar contra ellos. La primera lección que me dio este hombre de sólida formación -era abogado, fiscal y notario– fue recriminarme por ser un maleducado al cortar la baraja hacia fuera y no hacia mí. Luego de la partida empezamos a hablar del Teatro Real, que entonces era sala de conciertos y de una visita de Rafael Frühbeck de Burgos a Franco, pero ésta es historia para otra ocasión. Le hice partícipe de mis inquietudes políticas y le pedí consejo. Me citó en su notaría, en la calle Serrano casi esquina Goya, a la que había vuelto junto a los hermanos del Moral. ¿Quieres saber lo que son la política y los políticos? me preguntó. A continuación abrió un cajón de su mesa y me mostró un cheque firmado pero sin importe. Me explicó “Este es el cheque que quien ves que lo firma me dejó en mi mesa cuando yo era Alcalde de Madrid, a fin de que permitiese construir en la Plaza de Colón, la que ves desde esa ventana”. “Ya ves que no se construyó” me añadió y fue más explícito “El 80% de los políticos habrían rellenado el importe, lo habrían cobrado inmediatamente y la plaza estaría edificada. Un 10% se la habrían pensado y acabado por cumplimentar y hacer efectivo al cabo de unos días. Un 5% habría hecho lo que yo, guardarlo en un cajón, pero ese 5% nunca haría carrera en la política. Les harían la vida imposible”.
Total, que aquel mismo día se acabaron mis ilusiones políticas, me centré en mi profesión empresarial y volví a estudiar piano. Disfruté tocando y cantando “E lucevan le stelle” en soledad, pero apenas pasé de ahí. El piano es demasiado exigente y abandoné ese camino. Me conformé con escuchar, escribir críticas y, de vez en cuando, artículos sobre política cultural.
Fue la de Arias Navarro una de las lecciones más claras, certeras que he recibido y he agradecido en la vida. He tenido ocasión de comprobar su veracidad a lo largo de estos años. Basten dos ejemplos. Las tarjetas black de Caja Madrid. ¿Cuántos las utilizaron y cuántos las rechazaron? Los sobresueldos en negro del PP ¿Cuántos los cobraron y cuántos dijeron que no? Y yo se quien dijo que no y también quien preguntó “¿Pero esto es legal?” Le contestaron que sí y cogió el sobre.
Yo tuve la suerte que no tuvo Herman con la condesa en la “Dama de Picas” de Chaikovski y recibí de primera mano el secreto de la política. Ustedes miren a su alrededor, con gran facilidad podrían clasificar en una de las tres categorías a los políticos que nos rodean. Pues háganlo, no se dejen engañar y actúen en consecuencia cuando les toque actuar. Gonzalo Alonso
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