Temirkanov, la madurez del aprendiz
La madurez del aprendiz
Yuri Temirkanov es un viejo conocido del público madrileño; y un asiduo en Ibermúsica que ya hacía algún tiempo no aparecía en su temporada. Ahora lo hace para sustituir a la Orquesta Sinfónica de Dallas, cuya gira europea ha sido suspendida. No sé si muy probablemente hayamos salido ganando, pues la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo pasa por un buen momento y él mismo por una madurez artística y técnica muy importantes. En las dos últimas temporadas he podido escuchar a la pareja un par de veces (las dos con música rusa como base de sus programas, y doy fe del dulce momento que atraviesa el maridaje, cuando su evolución conjunta ha pasado por muchas y a veces dolorosas experiencias en su país. Temirkanov es hijo intelectual del gran Mravinsky, al lado del cual se formó cincelando una técnica muy personal, y muy rusa. Quizá a base de modos algo estentóreos, que a mi entender se han ido suavizando en su estilo durante los años posteriores. Ahora es un maestro más comedido y, sin renunciar a los principios sonoros originales de sus ancestros –ya se sabe, la consabida pasión sonora rusa-, suele plantear interpretaciones más redondas en el discurso, mucho menos aristadas y violentas, como hacía de joven. Pero no solo ha moderado los aspectos acústicos; los discursos suelen ser más intelectualmente complejos y más ricos en matices, un aspecto en el que Temirkanov no fue un lince en sus años mozos. Por todo ello y por el buen estado de la orquesta invitada creo que los dos conciertos de los que hablo son plenamente recomendables.
El primero de ellos cuenta como solista invitado al pianista Andrei Korbeinikov para tocar las inmensas Variaciones sobre un tema de Paganini de Sergei Rachmaninov, dando paso luego a la obra base del programa, la extensa y controvertida Sinfonía núm. 7 de Shostakovich, la llamada ´Leningrado´ por razones fáciles de entender. Buen comienzo para llegar al día siguiente a otra pieza de Shostakovich, el Concierto para violín núm.1, con Sergei Dogadin como solista, en una sesión que se cerrará con la magna cantata de Prokofiev Alexander Nevski, una obra de fogosa épica que requiere la concurrencia de coro y voz solista de mezzo (Olesya Petrova). Aunque la fuerza de la banda sonora del original para el film de Eisenstein, para el que fue escrita esta música, nos martillea la cabeza cuando escuchamos el resultado de la transformación posterior en cantata, la esencia del mejor Prokofiev sinfónio-coral se conserva aquí desde el minuto uno.
En resumidas cuentas, viene Temirkanov con su orquesta con decisiones que parecen las mejores: hacer dos conciertos con lo que mejor saben hacer ambos, director y orquesta, grandes títulos del repertorio ruso. Pedro González Mira
Andrei Korbeinikov, piano; Sergei Dogadin, violín. Orfeón Pamplonés. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. Dir.: Yuri Temirkanov. Obras de Rachmaninov, Shostakovich y Prokofiev. Miércoles 11 y jueves 12, 22.30. Entre 38 y 170 €.
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