La Nueva España: Los líos del Real
Los líos del Real
La Nueva España
COSME MARINA
Vuelve el teatro Real de Madrid a estar nuevamente en los papeles y no precisamente por cuestiones artísticas –que sería lo lógico- sino por asuntos de politiqueo que están dejando el prestigio del coliseo de la plaza de Oriente por los suelos.
La puesta en marcha del Real la pasada década levantó gran expectación en el mundo de la música española. Se pretendía que la nueva casa de ópera fuese un referente, un buque insignia estatal que ayudase a la consolidación de la lírica en todo el país. Hasta ahora el único parámetro en el que es referente es el de la constante injerencia política que acaba por destruir los proyectos artísticos, no permitiendo la maduración de los mismos. O sea, un ejemplo de lo que no se debe hacer en una teatro de ópera que debiera ser de primer rango y no lo es.
En los inicios ya hubo buen lío con Lissner, con un preámbulo a cargo de Ros Marbá, si mal no recuerdo. Después los enredos seguirían entre Juan Cambreleng y el fallecido Luis Antonio García Navarro a los que sustituyó el equipo formado por Inés Argüelles, Emilo Sagi y Jesús López Cobos. La salida de Argüelles-Sagi fue una auténtica vergüenza para el Ministerio que ahora vuelve a dar otra vuelta de tuerca en el absurdo dando la patada a Antonio Moral y a López-Cobos. Una cadena de despropósitos a la que no se le ve freno, al menos a corto plazo.
Las casas de ópera de referencia mantienen contratos a largo plazo con el fin de estabilizarse artísticamente. Nada hay peor para un proyecto artístico que los vaivenes continuos que sólo generan inseguridad. Si toda la serie anterior fue grave lo de ahora roza el ridículo internacional, por los protagonistas de esta nueva entrega del cutre-culebrón que el Ministerio, y quien éste delegue para ejecutar las decisiones en el teatro, protagonizan sin rubor.
Resulta que se da puerta a los actuales responsables artístico y musical y ¡nadie ha atado quien los va a sustituir previamente! Ante esta situación empiezan las quinielas, el zoco y el mercadeo. Cada grupo de presión se coloca para una batalla que va de chasco en chasco. Que si ahora Lissner, en comandita con Harding. Se acerca por Oviedo Gustavo Dudamel a ofrecer un concierto con la Orquesta Simón Bolívar y también se baraja públicamente su nombre. Queda libre Mortier en Nueva York y ¡a por él! Por supuesto todo esto se negará con fruición pero los que conocemos a algunos de los actores a los que se está llamando y nos cuentan como se están llevando las cosas no podemos menos que indignarnos ante la pereza y el aburrimiento de una gestión hoy por hoy abocada al despropósito. Da la impresión de que un paletismo carpetovetónico domina la selección de un reducido número de opciones cuando en nuestro país hay nombres de entidad con los que se pudiera contar para estos cometidos.
Creo que el Real merece más. Es un teatro cuya programación pagamos todos los españoles a través de nuestros impuestos. A la misma también contribuye un nutrido número de mecenas y miles de aficionados que respaldan los resultados artísticos que se han obtenido en la última década. Ya está bien de politiqueos y juegos de influencias en los que lo que menos importa es la música y la ópera y sí el caciqueo más ruin. ¿Alguien con sentido común será capaz de reconducir la situación? Al menos espero, que como la popular comedia televisiva que protagonizaba el asturiano Arturo Fernández –“La casa de los líos”-, tengamos un final feliz.
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