La OCNE, a la expectativa
La OCNE, a la expectativa
El pasado mes de septiembre accedía Félix Alcaraz a la dirección técnica de la OCNE, cerrando una etapa fructífera pero también discutible, comandada por Ramón Puchades y Josep Pons. Éste ya se había despedido de la titularidad musical, mientras que Puchades tenía un proyecto de futuro que quedó en el tintero. Como suele suceder en casi todos los casos, ambos tardaron en comprender lo que supone la OCNE, sin embargo acabaron por alterar el rumbo inicial logrando tanto una mejora de calidad en la orquesta como de interés en la programación. Es lástima que, una vez más, el proceso de elección del nuevo gerente no reuniese la deseable transparencia. Se aplicó el tan manoseado código de buenas prácticas para elegir, por unanimidad del Consejo de la Música, tres finalistas: Felix Palomero, Ramón Puchades y Félix Alcaraz. La decisión final a favor del último fue, contra lo que se ha querido trasladar, responsabilidad total del director del INAEM. Se entiende que lo tuviese difícil el primero, pues no resulta fácil pasar de amo a siervo, de director general del INAEM a técnico de una OCNE a la que ya había dirigido, pero Puchades aportaba experiencia y un proyecto encarrilado. Alcaraz, gerente de la Orquesta de Castilla y León, apenas aportaba dos años de gestión al frente de una agrupación sinfónica. El apoyo de alguien importante en el denominado “clan de Valladolid” parece haber sido decisivo.
David Afkham (Friburgo, 1983) era la apuesta de Puchades para la titularidad musical. El pasado abril dio muestra de su valía en un concierto de Ibermúsica y ahora acaba de hacerlo con la ONE, en cuyos profesores pudo advertirse una entrega muy especial. Era, quedó claro, favorito para ellos. Miguel Ángel Recio ha decidido, con buen criterio, que no se aplicará esta vez el perverso código, de forma que será prácticamente una decisión personal. A todos nos constan ejemplos de oportunidades perdidas, desechando nombres que al poco tiempo accedían a titularidades mucho más relevantes que aquellas para las que fueron descartados. Acertar no es fácil, pero hay buenos candidatos e incluso bastantes de ellos españoles emergentes. ¿Tiene claro el INAEM el perfil adecuado? Esperemos que sí, porque esta etapa ha de ser muy diferente de las anteriores. Entre otras cosas porque, con las orquestas de comunidades en precario o desapareciendo, la OCNE tendrá que hacer honor a su nombre. Otra cosa carecería de sentido en los momentos actuales.
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