Maqueta sobre posible escenografía

Múltiples exposiciones sobre las grandes épocas de la Historia ilustran las vidas de la Ópera de París y la de la Bastilla en sus respectivos aniversarios

Con motivo de la celebración de los 350 años de la Ópera de París y los 30 años de la Ópera de la Bastilla, se han organizado diversas exposiciones que buscan cubrir cada época de la historia de la institución.

Primero fue ‘Habiller l’Opéra’ en el Centre National du Costume de Scène et de la Scènographie, desde el 25 de mayo al 3 de noviembre, una retrospectiva sobre trajes emblemáticos vestidos en el escenario; después, ‘Après Un air d’Italie. L’Opéra de Paris de Louis XIV à la Révolution’, una exposición de la Ópera de París inaugurada el 28 de mayo y en cartel hasta el 1 de septiembre. Esta rastrea la historia de la escena francesa desde 1669 a 1791.

A continuación sigue a modo de segunda parte ‘Le grand opéra, le spectacle de l’Histoire’, que explora el periodo entre 1828 y 1867. Como limitan las fechas, esta muestra se centra en el siglo XIX en la ciudad de París, donde la gran ópera francesa se caracterizó por una puesta en escena fastuosa y la presencia del ballet. En este espacio destacaron como pioneras la Médée de Cherubini y La Vestale de Spontini, estela que será seguida por Rossini en su Guillermo Tell. Sin embargo, es Meyerbeer quien sobresale en este género con sus óperas Robert le Diable, Les Huguenots y Le Prophète. Con el foco de atención en temas históricos, la temática sirve como contexto para reflejar las grandes pasiones de la época. La Francia de Louis-Philippe, bajo el impulso de personalidades como Mérimée, Guizot o Viollet-le-Duc, se lanza a descubrir su pasado y su patrimonio, enaltecidos por la música y la danza. Cuadros, maquetas, planes de decorado y manuscritos musicales transportarán al espectador a aquellos años de efervescente creación lírica y coreográfica.

Por último, el 24 de septiembre se inaugura en el Musée d’Orsay una exposición que cierra este recorrido histórico en torno a la ópera, como género e institución, titulada Degas à l’Opéra. Esta mostrará la evolución del pintor desde su debut en la década de 1860 a sus últimas obras con la llegada de 1900, un artista que se dejó llevar tanto por los espacios de la ópera – el escenario, bastidores, el foyer o la sala de danza -, como por aquellos que las poblaron: cantantes, bailarinas, público y músicos.