La ópera que emocionó a Puigdemont
La ópera que emocionó a Puigdemont
Al final tendremos que agradecer a Puigdemont que, en medio de sus desvaríos, haya dado a conocer a muchos la existencia de una ópera prácticamente olvidada del Donizetti empeñado en triunfar en Francia. Invitado por el director de la Ópera de Flandes ha asistido a una representación de “Le duc d’Albe” junto a su abogado, sin que sepamos si le habrá facturado cada una de las tres hora del espectáculo a más de mil euros la hora. No le conocíamos su afición musical, aunque posiblemente haya asistido como alcalde de Gerona a alguno de los festivales de Peralada. Bueno es que si no la tenía, al menos le haya entrado el gusanillo con este Donizetti, porque tiempo tendrá para ver videos.
Naturalmente había de resultarle muy atractivo el tema de la obra: el aplastamiento de la sublevación en los Países Bajos por el Duque de Alba. Posiblemente esperaría una gran escena en la Plaza del Ayuntamiento de Bruselas con el ajusticiamiento de los condes de Egmont y Horn ante el propio duque quien, por cierto, lloró en el acto ya que era amigo personal del primero de ellos. De hecho solicitó posteriormente a Felipe II una pensión vitalicia para su viuda. O quizá incluso una simulada batalla de Jodoigne con la derrota de Guillermo Nassau. Ambas escenas le habrían hecho sentirse más mártir. Sin embargo se quedó con las ganas, porque toda la trama del libretista Eugene Scribe para la ópera es falsa de toda falsedad.
La obra respondió a un encargo de la Ópera de París, pero no acabó de convencer a la soprano Rosine Stolz, a la sazón amante del director, y el estreno nunca tuvo lugar, debiendo de hecho pagarse una indemnización al compositor, que no llegó a acabarla. Transcurridos más de treinta años del fallecimiento de Donizetti fue un alumno de éste, Matteo Salvi, quien completó la partitura con algunos cambios notables, como el aria del tenor –“Ange si pur”- que el compositor había trasladado a “La Favorita” con el nombre de “Spirto gentil”. Curiosamente hoy es la aria añadida en su lugar por Salvi –“Angelo casto è bel”- la página más conocida de la ópera, si no la única. El estreno tuvo lugar al fin en Roma (1882) con Julián Gayarre en el papel de Marcel, quien figura como hijo perdido del duque cuando ninguno de sus cuatro se llamó así. La trama tiene al final tanto de política como de intriga amorosa. La prometida de Marcel, líder tan revolucionario como ella, quiere que éste asesine al duque, pero a la postre es ella quien lo intenta y el muerto es Marcel, que se interpone para salvar a su padre. Sí que Puigdemont debió disfrutar en la escena de la conjura: “¡Déjanos sacrificarnos para salvar esta tierra! Libertad, gran diva. ¡La fe en tu pueblo hace que nuestros deseos triunfen!”. La partitura nunca logró incorporarse al repertorio a pesar de sus indudables valores y su recuperación más importante tuvo lugar en Spoletto de la mano de Visconti y Schippers en 1959. A partir de entonces pudo verse en Bruselas (1979), Nápoles (1979), Nueva York (1982), Montpellier (2007), Amsterdam (2013) y Oviedo (2015).
Tan poco real es la historia que el director de la Ópera de París, al no estrenarla, pasó su libreto a Verdi y éste trasladó toda la acción a Sicilia, con lo que los invasores españoles pasaron a ser franceses y sicilianos los patriotas flamencos. Eso sí, con la misma trama entre padre, hijo y amada de éste y mucha mayor enjundia musical. Obviamente sin Duque de Alba.
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Duque de Alba, estuvo permanentemente al lado de Carlos I y Felipe II como miembro del Consejo de Estado, gobernador del Ducado de Milán, virrey de Nápoles, gobernador de los Países Bajos, virrey y condestable de Portugal, país al que logró anexionar tras ser rehabilitado para tal guisa a sus setenta y dos años del exilio de un año en Uceda. “Sois el único monarca de la tierra que sacáis de la prisión a un general para daros otra corona” le manifestó el duque al rey. No será éste el caso de Puigdemont.
Puesto que le ha interesado “Le duc d’Albe” por su argumento opresor y patriótico, se le puede recomendar que adquiera los vídeos de “Vísperas sicilianas”, aunque éste no tenga como protagonistas a los españoles y, muy especialmente, “Don Carlo”, también con trama flamenca y un rey, un infante y un marqués de Posa, asesinado en la prisión, que harán sus delicias. Quizá incluso pueda pedir un permiso para asistir a una de las inmediatas representaciones de la ópera verdiana en el Palau de les Arts valenciano. Gonzalo Alonso
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