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Por Publicado el: 02/12/2015Categorías: Crítica

La ORCAM entre Presente y Futuro

PRESENTE Y FUTURO

 

Obras de Durán, Say y Sibelius. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, Pequeños Cantores de la ORCAM, Camerata Infantil Fundación BBVA/ORCAM. Leticia Moreno, violín. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Madrid. 30-11-2015. Concierto extraordinario.

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            Hemos visto en acción a la Camerata Infantil de la ORCAM, una leva que se presenta con el patrocinio de la incansable Fundación BBVA y que constituye un proyecto muy querido del actual equipo directivo de la Orquesta de la Comunidad. Una poblada falange de tiernos instrumentistas de cuerda, como base del conjunto sinfónico, interpretó, con el garbo que demandaba la dirección de Víctor Pablo, el estreno absoluto de “Paseando por Madrid” de Juan Durán.

            El compositor gallego, con un lenguaje asequible, combina, en inteligente “potpourrit”, el pasodoble “Por la calle de Alcalá” de “Las Leandras” de Alonso, el chotis “Madrid” de Lara y la habanera “La Paloma” de Iradier. Justas y graciosas intervenciones del Coro y de los Pequeños Cantores de la ORCAM fueron pesputeando el discurso. Luego, ya sin niños, la Orquesta Senior acompañó a la virtuosa y cálida Leticia Moreno en el “Concierto para violín 1001 Noches en el Harén op. 25”, en cuatro fantasiosos movimientos, del turco Fazil Say, en los que la solista desgrana, a través de un tejido variado y espejeante, frecuentemente en la zona más aguda del instrumento, una elaborada melopea, unas veces con el repetitivo acompañamiento, de ritmos orientalizantes, de típicos parches otomanos, como el kudüm o el bendir, tocados magistralmente por Alfredo Anaya, y otras apoyada en un sutilísimo lecho orquestal. Fiestas nocturnas y frenesís danzables discurren placenteramente.

            Fogosa, dramática, concentrada fue la interpretación de la “Segunda Sinfonía” de Sibelius. Víctor Pablo sabe acentuar estratégicamente, respirar, ahondar en los silencios, mecerse en los vaivenes de la música. Resaltó con tino la negrura del “Andante”, en donde puso de manifiesto que es uno de los directores españoles que mejor conoce el manejo del “rubato”. No resultaron del todo limpias las rápidas arcadas de la cuerda en el “Vivacissimo”, donde el oboísta Vicente Fernández tocó magníficamente sus solos, y las grandes peroratas de los metales del “Finale” sonaron algo ásperas y no del todo empastadas. Pero hubo pasión, buena administración de las progresiones y de la alternancia de heroísmo y lirismo. La riqueza temática del movimiento fue vislumbrada sin problemas.  Arturo Reverter

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