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Por Publicado el: 16/03/2016Categorías: Crítica

La precisión de la London Philharmonic

London y Jurowski

Ciclo Ibermúsica

La precisión de la London Philharmonic

Obras de Rachmaninoff, Chaikovski y Mahler. Nicholas Angelich, piano. Orquesta Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski, director. Auditorio Nacional. Madrid, 13 y 14 de marzo 2016.

La Filarmónica de Londres en uno de los conjuntos más frecuentes en las temporadas de Ibermúsica –cerca de 60 actuaciones desde 1981- pero no por ello deja de admirar. Es lo que ha vuelto a suceder en esta doble visita, con un lleno en la primera y bastantes claros en la segunda, tal y como era de prever.

El tercer concierto de Rachmaninoff y una sinfonía de Chaikovski siempre atraen taquilla, aunque se trate de la tercera, la más infrecuente de su autor. El pianista americano Nicholas Angelich tocó el tan cinematográfico concierto con más soltura que volumen, sin que llegase a emocionar por su ardor. Sin embargo ya se dejó ver en el acompañamiento la gran calidad de la agrupación londinense. La tercera de Chaikovski se toca bien poco y es incomprensible, ya que reúne atractivo y no sólo por contener el germen de lo que será el gran trío. Su autor valoraba especialmente los dos scherzos, bien complicado por cierto para la orquesta el segundo, pero el andante rezuma lirismo. La melodía que entonan sucesivamente fagot y trompa lleva el alma rusa como también, pero en un polo opuesto, la brillante polonesa conclusiva. Curiosas las coincidencias de forma y fondo entre esta obra y la séptima mahlheriana, también la menos perseguida por los programadores y, en este caso, no faltan razones, pues su genialidad no se halla a la altura de las demás aunque sí se vea en ella el espectacular salto entre sexta y novena. No sólo coinciden en esto, sino también en sus cinco movimientos, algo poco habitual en la forma sinfónica. La partitura, que incluye guitarra, mandolina y gran percusión, se disfruta cuando es ejecutada como lo fue por Vladimir Jurowski y el conjunto inglés, empastado, con solos impolutos y una precisión de quitar el hipo. El titular de la agrupación se decantó por una lectura especialmente templada de tempo en los movimientos extremos, luciéndose en ese rondó que acoge juntas las influencias y citas más impensables. O se es capaz de tocar así la séptima de Mahler o mejor no intentarlo. Gonzalo Alonso

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